Las vacunas del coronavirus han conseguido frenar los efectos de la pandemia. A diario miles de personas fallecían en el mundo a consecuencia de este virus. Sin embargo, los anticuerpos de Pfizer y Moderna no son ilimitados.
Se trata de una advertencia de un grupo de expertos del Centro Médico Beth Israel Deaconess. Han analizado las respuestas inmunitarias de las distintas inyecciones a lo largo de ocho meses.
En el trabajo publicado en la revista New England Journal of Medicine estudiaron distintos detalles de las vacunas de Pfizer y Moderna. Entre ellos los niveles de los anticuerpos, células T y otros elementos inmunitarios.
Esta investigación fue posible gracias a la colaboración de 61 participantes. Tomaron parte en el estudio entre dos y cuatro semanas después de recibir la pauta completa, que es el momento de mayor inmunidad. Pero también al cabo de ocho meses para comprobar la efectividad de la vacuna con el tiempo.
De los voluntarios que tomaron parte en este trabajo, 31 habían recibido la dosis de Pfizer, 22 la de Moderna y 8 la de Janssen.
Uno de los autores del estudio, Dan H. Barouch, explica que las vacunas "se caracterizaron por un elevado pico de respuestas de anticuerpos". Sin embargo, apreciaron como "disminuyeron bruscamente hacia el sexto mes y siguieron bajando hacia el octavo".
Señala que la de Janssen "indujo respuestas de anticuerpos iniciales más bajas, pero estas respuestas fueron generalmente estables en el tiempo". Su reducción fue mínima o casi inapreciable.
En cuanto a la dosis de Moderna, las respuestas de anticuerpos fueron superiores y más duraderas en comparación con las de Pfizer. Las tres vacunas analizadas demostraron una amplia reactividad cruzada con las variantes del SARS-CoV-2, el virus que provoca el coronavirus.
Estos resultados suponen un gran avance en la lucha contra la pandemia. De alguna manera ayudan a entender cómo la inmunidad de la vacuna puede verse reducida con el tiempo. En cualquier caso, sostienen que todavía no se han concretado las respuestas inmunitarias necesarias para garantizar la protección contra él.
Además, insisten en la necesidad de vacunarse para combatir los riesgos de la COVID-19. "Aunque los niveles de anticuerpos neutralizantes disminuyan, las respuestas estables de las células T y las funciones de los anticuerpos" ayudan mucho. Y explican que después de 8 meses "las vacunas sigan proporcionando una sólida protección contra el coronavirus grave".
Añaden que la inmunización, incluso entre las mujeres embarazadas, continúa siendo la mejor herramienta para combatir la pandemia.
La efectividad de Pfizer después de medio año
Hace apenas un mes se publicó en la revista The Lancet el resultado de un estudio sobre las respuestas de anticuerpos. Para ello investigaron a personas que habían sido inoculadas con Pfizer a los seis meses de completar la pauta.
Llegaron a la conclusión de que al cabo de medio año, los niveles de anticuerpos caían hasta ser parecidos a los que tienen las personas con una dosis. O a los que presentaban las personas que ya habían superado la COVID-19.
Dicho trabajo fue desarrollado por un equipo de la Universidad de Tartu, en Estonia. Con ese resultado abrieron varios debates que la comunidad científica todavía debe aclarar. Nada más inyectarse la segunda vacuna comprobaron que la respuesta es alta contra todas las variantes.
Sin embargo, se va debilitando su fortaleza contra algunas cepas con el paso de los meses. También aprecian como la pérdida de anticuerpos es más rápida en las personas de más de edad.
Los autores de este trabajo aseguran, además, que encontraron una correlación entre no experimentar efectos secundarios y quedar peor protegidos. En este sentido, la edad también resulta de trascendencia. Las secuelas fueron menos comunes entre la gente con más años.