El acercamiento de Kiko Hernández a Rocío Carrasco ha intensificado aún más sus diferencias con Rocío Flores y su padre. "Feliz navidad, 'pegamadres', a ti también", escribía en su cuenta de Instagram el colaborador de Sálvame hace unos días.
Siempre que puede carga contra ella sin piedad. La emisión de la docuserie le ha convertido en un defensor acérrimo de la hija de la Jurado.
Atrás queda ya la amistad que mantuvo Kiko con Antonio David. Eran otros tiempos, que parecen muy lejanos. Sin embargo, no ha pasado ni un año desde que compartieran plató y confidencias.
Como ya ocurriera otras veces, si la ocasión lo merece no duda en cambiarse de bando. Se creyó la versión de Rocío Carrasco desde el primer día e incluso se sintió en la obligación de pedirle perdón por su comportamiento con ella.
Eso le llevó a arremeter con dureza contra el exagente de la Guardia Civil y su hija. Sabía que era la manera más rápida de ganarse el respeto de Carrasco, pero también de otros compañeros de cadena. Hubo una gran presión por parte de la productora y desde Sálvame para no desviarse del camino marcado.
Había que defender la teoría marcada por Rociíto, y el que no lo hiciera se sentiría desplazado. Es lo que ocurrió con algún colaborador que no pensaba como ellos y que defendió la presunción de inocencia.
Pero quizás Kiko Hernández no sea la persona más adecuada para dar lecciones sobre cuestiones familiares. Ahora se presenta como todo un padrazo, algo que nadie pone en duda. Sin embargo, en el pasado no tuvo el comportamiento más adecuado con sus progenitores.
En el pasado admitió que él fue el principal responsable del divorcio de estos cuando apenas era un adolescente. En el programa de MediasetToma Salami recuperaban una intervención de un joven Kiko.
Y no era durante su participación en la tercera edición de Gran Hermano. Era en otro espacio más antiguo que presentaba José María Íñigo y que se llamaba ¿De qué parte estás?.
Se pudo ver al colaborador con apenas 19 años. Explicaba con orgullo que había provocado la ruptura de sus padres. Admitía en aquel momento que su única preocupación era sacarles la mayor cantidad posible de dinero.
Un testimonio que le mostraba tal y como es en realidad, sin filtros y con las ideas muy claras. Seguro que por aquel entonces no llevaba pinganillos ni seguía las órdenes de ningún director.
Kiko Hernández tenía claro cuál era su objetivo
"Yo soy hijo de padres separados. Y por una parte me siento culpable, y por otra no", aseguraba Kiko Hernández.
Señalaba que "mi padre siempre estaba encima de mí diciéndome 'qué ropa llevas', 'qué mierda de notas', y mi madre salía en mi defensa". Esa situación "la provocaba cada día más, hasta que escuché la palabra divorcio", añade.
En aquel momento consiguió sacarle un gran beneficio a la ruptura de los progenitores. En un primer instante tenía dudas sobre lo que ocurriría con la familia. Pero rápidamente encontró la forma de rentabilizar la separación.
"Mi madre me soltaba dinero por aquí, mi padre por allá". De un día para otro se vio viviendo "como un rey".
Confesaba que no tenía sentimiento de culpabilidad por ello. "Me pasan dinero por un lado y por el otro, y yo me he quedado tranquilo", apuntaba.
Ahora, desde su asiento en Sálvame, Kiko Hernández se dedica a condenar de forma pública a sus enemigos. Entre ellos a Antonio David y Rocío Flores, a los que no ha querido escuchar y a los que ha condenado ante la audiencia.