La infanta Cristina trata de pasar página. En las últimas semanas se la ha podido ver triste, con un aspecto más descuidado y visiblemente más delgada. El revuelo mediático generado en torno a su separación y las fotos de su marido con otra mujer le han pasado factura.
Durante su reciente estancia en Barcelona, además de pasar tiempo con los suyos, también aprovechó para acudir a la peluquería. En concreto a una de la calle Benet Mateu a la que fue durante muchos años y que ahora frecuenta su hijo Pablo.
Estaba harta de aparecer en las revistas con un aspecto tan deteriorado. Cristina se cortó el pelo a la altura de los hombros, se tiñó y se hizo mechas, señala Pilar Eyre en su blog en Lecturas.
Se trató de una jornada de lo más completa, ya que además se depiló las cejas y decidió hacerse la manicura. Lo más sorprendente de todo fue que optara por escoger un color rojo oscuro de Channel. Consideran que se trata de un signo de empoderamiento, de refuerzo.
Como es lógico, tras su salida de la peluquería se la pudo ver más guapa, pero todavía se podía apreciar la tristeza en su rostro. Está mucho más delgada a consecuencia de los últimos disgustos recibidos.
Aunque siempre ha estado sometida a la presión de los medios, lo ocurrido en las últimas semanas le ha afectado en exceso. Ha provocado que tenga pánico a salir a la calle. En Suiza lleva una vida muy discreta, sin apenas socializar con nadie.
La revista señala que no tiene amigos, no alterna con la aristocracia del país helvético ni pertenece a ningún club social. Tampoco se deja ver por las estaciones de esquí alpinas, un deporte del que era una gran aficionada.
La infanta Cristina vive centrada en sus hijos. Trata de encontrarse con ellos siempre que puede.
El pasado sábado acudió al Palau blaugrana para presenciar el encuentro de balonmano del Barcelona. Se dejó fotografiar sin problemas y pudo disfrutar del partido como una aficionada más.
Permaneció sentada en las gradas y en todo momento mantuvo la mascarilla. Lo que impidió que se pudiera apreciar el maquillaje que llevaba ese día. Se movió con mucha naturalidad, totalmente ajena a la mirada del resto de presentes.
Una persona que estaba allí asegura que su actitud era de "no me escondo y estoy con quien tengo que estar, mis hijos". Se tocó el pelo varias veces, dejando ver el anillo de boda que, de momento, no tiene previsto quitarse.
La semana pasada ya había advertido que lo llevaría "porque no tengo nada de que avergonzarme. Respeto la institución del matrimonio y lo usaré hasta que me divorcie".
La infanta Cristina y sus largas sesiones de trabajo
La estancia de la infanta Cristina en Barcelona se debió principalmente a motivos de trabajo. Cada día entraba a las 07:30 en la sede de La Caixa en la Diagonal y no salía hasta doce horas después. Incluso comía en las instalaciones de la empresa como el resto de empleados.
Llegaba en un vehículo con las lunas tintadas y entraba directamente por el garaje. En este tiempo ha estado acompañada por su hija Irene. A la hermana del rey le ha molestado mucho que se dijera que ella se estaba apoyando en la joven en estos momentos. Entiende que Irene es "una niña y sobre todo es mi hija. Es ella quien se apoya en mí", recoge el texto de Eyre.
Se desconocen los planes de futuro que tiene la infanta Cristina. Señalan que poco a poco va saliendo de esa situación crítica que le hizo caer en el hoyo. Su paso por la peluquería y las uñas de color rojo son una señal de que trata de dar pasos hacia adelante y empezar de nuevo su vida.