El padre de las niñas desaparecidas en Tenerife es conocido en su barrio por ser una persona violenta. Tomás Gimeno, a quien las fuerzas de seguridad continúan buscando, ha protagonizado más de un altercado en los bares cercanos a su lugar de residencia en el municipio tinerfeño de La Laguna. Además, a sus 38 años, ya había sido detenido con anterioridad por peleas, robos y acumula varias multas de tráfico.
Tomás Gimeno es conocido en el barrio de la Candelaria por ser un hombre violento desde hace tiempo. Según sus vecinos, el padre las niñas desaparecidas en Tenerife «ha dado problemas desde que era muy joven».
La Guardia Civil continúa la búsqueda de este hombre que trabaja en una empresa de explotaciones agrarias propiedad de su familia, a pesar de no mantener una estrecha relación con muchos de sus allegados, a quienes ni siquiera les dirige la palabra. Los medios para encontrarlo abarcan tierra, mar y aire, incluso se ha necesitado la ayuda de drones.
Una actitud sospechosa
La última vez que le vieron fue el martes por la noche cuando estaba solo en la Marina de Santa Cruz. Al día siguiente, su exmujer Beatriz denunció la desaparición de sus dos hijas Anna y Olivia, ambas menores de edad, por una posible sustracción parental.
A las cinco de la tarde el padre había ido a recoger a las niñas, a quienes debería haber devuelto a Beatriz tan solo cuatro horas después.
Tras visitar a sus abuelos paternos en su domicilio, en el que permanecieron hasta las siete y media aproximadamente, se perdió completamente el rastro de las pequeñas que, lamentablemente, siguen en paradero desconocido.
A las nueve y media de la noche, el controlador nocturno del puerto abrió la barrera a Tomás Gimeno. El paso solo está autorizado para los usuarios y quedó registrado también por las cámaras de seguridad. «Estaba descargando unos bolsos y equipaje de su coche y los metió en la embarcación. Después salió a navegar y regresó dos horas más tarde», cuenta el capitán Enrique Alonso.
«Estaba nervioso porque quería poner a cargar su teléfono móvil. Entonces, se marchó a una gasolinera cercana. Sobre las 23:30 regresó y quería echarse al mar cuanto antes. Le avisamos que a esa hora no era aconsejable salir y que, además, había rebasado el toque de queda, que es a las 23:00 horas, pero no podemos impedirlo y salió», añade Alonso.
Durante la noche la expareja habló varias veces por teléfono. El padre de Anna y Olivia le dijo a Beatriz que no volvería a ver a las niñas, pero luego la tranquilizó.
La última llamada fue a la una de la madrugada. Siete horas después, la expareja de Tomás Gimeno se personó en el cuartel del instituto armado para poner en conocimiento de las autoridades lo sucedido.
Beatriz no fue la única que recibió mensajes y llamadas del padre de las pequeñas. Algunos amigos y familiares le habían contado que su expareja les había estado enviando textos de despedida esa madrugada.
Por la tarde, se encontró su embarcación de recreo a la deriva frente al puerto de Güímar, un hecho que puso el grito en el cielo y la familia se temió lo peor. Sin embargo, allí no había nadie a bordo. Solo unos aparejos de pesca, cuerdas y algunos restos de sangre que van a ser analizados por los agentes de científica de la Guardia Civil, que han estado inspeccionando la lancha desde entonces en busca de más pistas que desvelen el paradero de Anna, Olivia y Tomás Gimeno.
Esta embarcación de recreo estaba registrada desde el año 2016 y la dejaba atracada siempre en el puerto. Por eso les extrañó y llegaron a preguntar a otros embarcaderos si había llegado.
«Era una persona normal que venía como cualquier otro usuario para disfrutar de su barca con su familia o con sus amigos. Era imposible imaginar que algo así pudiera ocurrir», lamentan los trabajadores del puerto tinerfeño.
El tiempo se acaba
Olivia y Anna fueron del fruto del amor de sus padres, que terminaron separándose tras comprobar que su relación no iba bien.
La mayor de las dos, Olivia, tiene seis años y está escolarizada en el colegio alemán de la zona. Su hermana, Anna, tiene tan solo un año.
Los encargados de investigar el caso barajan que el progenitor haya acabado con la vida de las dos pequeñas y luego se haya quitado la vida o fugado a otro lugar como principal hipótesis. Y es que Tomás Gimeno había sacado una gran cantidad de dinero en efectivo con anterioridad a su desaparición en un cajero automático de la zona.
Un llamamiento desesperado
En Radazul, donde vive Beatriz, todos están consternados. «Es imposible que hayan podido desaparecer por arte de magia», dice un vecino. Salvamento Marítimo ya ha hecho un llamamiento a todas las embarcaciones que se encuentren en de paso por la zona donde fue encontrada la lancha por si avistan algún indicio que facilite la búsqueda de las menores y su padre.
El juzgado de primera instancia e instrucción número 3 de Güímar ya ha iniciado las diligencias previas en relación con la presunta comisión de un delito de secuestro y ha declarado secreta la investigación, que se espera que arroje más resultado en las próximas horas.