Ha pasado ya un mes desde que las pequeñas Anna y Olivia desaparecieran sin dejar rastro junto a su padre, Tomás Gimeno. El progenitor de estas niñas de 1 y 6 años no se las devolvió a su madre a la hora acordada y desde entonces nada más se ha sabido de ninguno de los tres. Ahora todas las esperanzas están puestas en el próximo domingo, una fecha clave en la que los investigadores esperan obtener alguna prueba que les ayude a encontrar el paradero desconocido de estas tres personas.
Desde el primer momento, la Guardia Civil calificó de alto riesgo esta desaparición y desde entonces no se ha parado de buscar a las niñas y a su padre por tierra, mar y aire. Sin embargo, todavía no hay rastro de ellos.
Son varias las hipótesis abiertas que se han barajado durante estas angustiosas semanas, desde el secuestro y la fuga hasta un posible parricidio. Esta investigación es una de las más complejas a las que se ha tenido que enfrentar la Guardia Civil en los últimos tiempos.
Han sido múltiples las diligencias practicadas, empezando por el rastreo del móvil de Tomás Gimeno, a través de un duplicado de su tarjeta, hasta el análisis de diferentes cámaras de seguridad que pudieron registrar sus movimientos antes de que la tierra se lo tragase.
También se han analizado sus movimientos bancarios para comprobar si había hecho previamente a su desaparición alguna retirada grande de efectivo y las autoridades competentes se han desplazado hasta en cinco ocasiones a su vivienda para buscar restos biológicos, algo que también han hecho en su coche y su embarcación de recreo.
La investigación tiene puesta toda su tención ahora en dos horas críticas, las que transcurren desde que Tomás Gimeno se despidió de sus padres junto a las pequeñas, alrededor de las 19.30 horas, hasta que las cámaras de la Marina de Tenerife lo grabaron entrando en sus instalaciones a las 21.30 horas. Fue entonces cuando un vigilante lo vio solo sin Anna ni Olivia cargando maletas y bolsas en su lancha.
Una larga espera
Todas las esperanzas están ahora centradas en el próximo domingo, fecha en la que el buque oceanográfico dotado con un sonar de barrido lateral y con un robot submarino tiene previsto llegar a primera a Tenerife.
A bordo de esta embarcación viaja el robot submarino no tripulado Liropus, capaz de maniobrar hasta 2.000 metros de profundidad,Esta herramienta fue utilizada para la observación del volcán submarino Tagoro, frente a La Restinga, El Hierro.
Con esta tecnología la Guardia Civil rastreará el fondo submarino en un área delimitada por el geoposicionamiento del móvil de Tomás Gimeno, obtenido a través de un duplicado de su tarjeta.
Lo cierto es que esta labor no es nada fácil. La profundidad del mar en esta zona, que se trata de suelo volcánico e irregular, supone una gran complejidad.
La directora de la Guardia Civil, María Gámez, no quiere anticiparse al domingo. «Vamos a sacar conclusiones cuando estos medios se incorporen y a ver qué resulta. Por supuesto el resto de la tarea policial y de investigación, más allá de esa búsqueda, sigue funcionando», señala. Y es que hasta que no llegue la embarcación con toda la tecnología a bordo y se inicie la búsqueda concreta en la zona es mejor no adelantar acontecimientos.
Quién sabe si finalmente la llegada de estos instrumentos específicos dará por fin con el paradero de las pequeñas, un asunto que tiene a toda su familia completamente destrozada. Su madre, Beatriz, no puede más con la incógnita. De hecho ya ha pedido en varias ocasiones al que fuera su pareja que por favor le devuelva a las niñas sanas y salvas cuanto antes porque no puede imaginarse la vida sin ellas.