Tomás Gimeno desapareció con sus dos hijas, Anna y Olivia, el pasado 27 de abril. Han pasado 20 días desde entonces y nada se ha sabido de ellos.
Tres semanas llenas de angustia para Beatriz, la madre de las niñas, que no ha parado de hacer llamamientos para tratar de dar con el paradero de las menores.
Una incertidumbre que ha hecho crecer la posibilidad de que el caso pueda quedar sin resolver y que no se llegue a descubrir qué es lo que realmente ha sucedido con las pequeñas.
La Guardia Civil no ha dejado de buscar a Tomás y a sus hijas desde entonces, pero la investigación se va complicando cada vez más a medida que avanzan los días.
Los investigadores son conscientes de la complejidad del caso y de que están luchando una batalla contrarreloj para tratar de reconstruir lo que sucedió la noche del 27 de abril.
La hipótesis principal
Son muchas las hipótesis que se han barajado sobre la desaparición de las niñas. Sin embargo, los agentes de la Guardia Civil saben que no pueden dar respuesta a ninguna de ellas sin evidencias.
Han pasado 20 días desde que Tomás se llevó a las pequeñas y aunque la búsqueda continúa igual de activa que en la primera jornada, el paso del tiempo complica la recopilación de elementos tangibles y pistas que puedan ayudar en el caso.
Aunque la Guardia Civil mantiene varias líneas de investigación, la que más fuerza ha cogido ha sido la del secuestro y desde el principio se ha considerado de alto riesgo.
El padre de Anna y de Olivia fue visto por última vez en el puerto de Tenerife y su barco apareció a la deriva unas horas después. Razón por la que la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil está centrada en el mar.
Los investigadores están peinando el océano y ahora se encuentran a la espera de la llegada de un sónar que radiografiará el fondo marino que podrán utilizar una vez que este sea autorizado por la magistrada que instruye el caso.
A pesar de ello, no tienen muchas expectativas de encontrar alguna pista por la gran profundidad —de 400 a 1.000 metros— y una orografía muy escaparada y rocosa.
Aunque el paso de los días está complicando las pesquisas y el hallazgo de nuevas pistas, también está cerrando frentes y acotando las líneas de investigación.
Una de las hipótesis que se barajó fue que Tomás habría cambiado de embarcación en mitad del mar y huyó hasta otro país, pero el análisis de las balizas y los trayectos marinos de la noche y la madrugada de la desaparición han determinado que ningún barco estuvo cerca o fondeó junto a su lancha.
Los agentes que están realizando las pesquisas tampoco han encontrado nada que señale que la casa del padre de las pequeñas se deba mantener como un posible escenario de búsqueda, aunque se mantiene a la espera de los análisis de los restos biológicos que se ha hallado en el interior de la vivienda.
La personalidad de Tomás
La personalidad de Tomás y su actitud durante los últimos meses antes de la desaparición es otro de los puntos que los agentes están teniendo en cuenta para tratar de averiguar qué ha podido suceder.
Los padres de Anna y de Olivia se separaron durante la primavera del 2020, una separación que él no llegó a aceptar nunca.
Tomás contrató una agencia de detectives para espiar a su exmujer en julio y un mes después agredió con un palo a Eric, la nueva pareja de Beatriz, y a ella la arrastró por el suelo cuando intentó defender a su novio.
La madre de las niñas vivió un episodio similar en diciembre, pero en ninguna de las dos ocasiones llegó a denunciarle.
Parecía que Tomás se había calmado y que estaba empezando a aceptar la separación, pero el 27 de abril todo cambió.
Últimos movimientos antes de desaparecer
El exmarido de Beatriz recogió a sus hijas a las 17:00 horas para pasar la tarde con ellas y quedó que las llevaría de vuelta a las 21:00.
Tomás estuvo con Anna y con Olivia en casa de sus padres hasta las 19:30 y luego regresó a su casa, donde permaneció cerca de dos horas solo con las pequeñas.
Las cámaras del puerto de Tenerife le captaron a él solo llevando dos petates militares y varios bultos desde su coche hasta la embarcación de recreo de su propiedad, justo después de amenazar a Beatriz con que no volvería a ver a sus hijas.
Tomás embarcó por primera vez a las 21:50. Recibió varias llamadas de Beatriz que no descolgó y después se quedó sin batería.
La madre de las niñas acudió entonces al cuartel de la Guardia Civil y les comunicó lo que había pasado, pero recibió una llamada que le hizo salir corriendo.
Los agentes se desplazaron hasta la casa de Beatriz ante la gravedad de lo que les habían contado. Sin embargo, ella ya no estaba allí.
A las 23:30 Tomás regresó a tierra, fue hasta una gasolinera para comprar tabaco y un cargador para su móvil y regresó nuevamente al puerto.
Allí le pidió al vigilante cargar su teléfono y realizó una última llamada. Habló con Beatriz y la tranquilizó. Le hizo creer que había acostado a las niñas y que las llevaría al día siguiente con ella.
Pero no fue así. Tomás se volvió a adentrar en el mar tras la conversación con su exmujer y ahí se le perdió la pista. Envío mensajes de despedida a su familia y a sus amigos durante la madrugada y desde entonces no se ha sabido nada de él ni de sus hijas.