La tragedia que viven cientos de familias en la isla de La Palma tras la inesperada erupción del volcán de Cumbre Vieja, tiene en vilo a todos. La angustia por haberlo perdido todo y la impotencia de no poder hacer nada por remediarlo, queda patente en este testimonio.
Aníbal Díaz se abre en canal para contar en El País su desgarradora historia y la de su familia. Y es que las graves consecuencias que han sufrido tras lo sucedido con el volcán canario les están pasando factura.
El joven, de 25 años, vivía en Las Manchas, muy cerca del volcán de La Palma y asegura que "mis padres y yo lo hemos perdido todo. La tarde anterior al domingo nos dijeron que estallaría por Jedey, a varios kilómetros. Mi madre, mi padre y yo preparamos una maletita con documentos y algo de ropa y no pensábamos que tuviéramos que utilizarla", se lamenta.
Aníbal Díaz confiesa cómo ha vivido la erupción del volcán de La Palma
"Esa mañana, yo paseé por el monte y, en un momento, sentí que un globo gigante pasaba por debajo de mis pies. Vi como el coche, a lo lejos, se movía y parecía que hubiera olas debajo de la tierra. Y empezaron los terremotos, sabiendo que eran cinco cada minuto porque enviaba audios a los amigos en los que los contaba", relata Aníbal.
El joven canario cuenta con detalle cómo sucedió todo. "A las tres y cuarto explotó, muy cerca de donde yo había estado paseando por la mañana, a poco más de un kilómetro de mi casa. Se fue la luz y la puerta del garaje dejó de funcionar, así que cogimos la maletita y los perros".
"Vino un guardia civil y nos dijo que por favor nos diéramos mucha prisa, pero el problema era mi gato, que no aparecía, estaba muy asustado y huyó. Le pedí al guardia civil un minuto. Al final, ya con mis padres en el coche, lo encontré, lo metí adentro y nos fuimos adonde nos dijeron, al campo de fútbol de El Paso".
Así las cosas, Aníbal cuenta lo que pasó en casa de sus abuelos de La Palma. "No había imágenes en las televisiones porque a esa lengua de lava, más pequeña que la de Todoque, le hacían poco caso. Pero un agricultor de la zona amigo nuestro, con un dron que tenía, hacía vídeos y nos los pasaba a los vecinos y supimos que íbamos a perder la casa", confesaba.
"Hemos ido al banco y le dijeron a mi padre que el seguro no cubre los volcanes"
Aníbal afirma que ayer pudo ir "gracias a unos concejales. Cogí el ordenador, ropa para mí y para mis padres, las fotos de la familia, lo metí todo en unas bolsas, tranqué la puerta y me fui de vuelta. Tardé menos de 15 minutos. No había más tiempo. Ni siquiera el coche podía subir la cuesta debido a que resbalaba por la cantidad de ceniza que acumulaba el acceso. Hoy he visto que la lava ya está al lado de mi casa, a punto de echarla abajo".
"Soy bombero forestal. El lunes, al día siguiente de lo del volcán, fui a trabajar. Pero luego no he podido. Ya no he podido. Me han dado de baja. Me muero de tristeza. Estoy viendo a los psicólogos que nos mandan. Mi padre trabaja en la construcción, pero la empresa queda en la zona que han desalojado. Mi madre es empaquetadora de plátanos. No saben si recuperarán su trabajo. Mi padre está destrozado".
"Yo tengo solo un suéter, mi padre una chaqueta. Mi madre no tiene nada, ni una chaqueta, y creo que esta tarde iremos al campo de fútbol de El Paso, donde dan ropa y comida. No nos gusta pedir, nunca hemos pedido nada, pero no nos queda otra, porque tenemos todo arriba", afirmaba.
El drama de Aníbal es tal que cuenta lo que le dijeron en el banco cuando preguntó si le cubría el seguro este desastre. "Hemos ido al banco y la directora de la sucursal le dijo mi padre que el seguro no cubre los volcanes. No nos cobrará, dice, el montante de la hipoteca durante un año, pero sí los intereses".
"Le he preguntado a mi madre cuánto nos falta por pagar de la hipoteca, pero ahora no se acuerda. Mi padre le respondió a la del banco que si tampoco están asegurados los muebles, la nevera, la televisión… Y tampoco. No sé entonces para qué están los seguros, no lo sé", concluye Aníbal su carta abierta en El País.