Letizia se desplazará próximamente a Palma. Como suele ser habitual, la familia real disfrutará de unos días de descanso en Marivent antes de iniciar de manera oficial sus vacaciones privadas. La reina ha ido encontrándose cada vez más cómoda en este retiro.
Durante sus primeros años de casada mostraba su descontento por el destino. Y no era por el lugar en sí, sino por la compañía que tenía soportar. Una vez que llegó al trono no dudó en imponer sus reglas.
A partir de ahí, Letizia se ha mostrado más natural y sosegada. Cuando son retratados por los fotógrafos solo salen las personas que ella desea. Es decir, su marido y sus hijas.
Del resto ya no queda rastro. Poco a poco han ido desapareciendo sus cuñados, sobrinos y el rey emérito. Solo queda su suegra, que es una asidua todos los veranos, aunque también ha tratado de apartarla con cierta elegancia.
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Sofía suele llegar a finales de julio y prolonga su estancia en el palacete hasta septiembre. Para la ocasión se rodea de su hermana Irene y de su amiga Tatiana Radziwill con su marido. Dedican el tiempo a pasear y a ir de compras.
La emérita tiene un gran afecto a la isla. Allí lleva veraneando muchos años y siempre que podía reunía a toda la familia. Todo lo contrario que la asturiana, que no guarda precisamente buenos recuerdos de su paso por Marivent.
Por suerte, ya ha enterrado los momentos de convivencia al lado de sus cuñadas y su suegro, con los que nunca tuvo una buena sintonía. En Palma también tuvo que hacer frente a situaciones un tanto complejas.
En 2013, Letizia sufrió una presunta crisis matrimonial. Algunos medios señalan que se incorporó a las vacaciones tres días más tarde que su marido y regresaría a Madrid con antelación. También en la isla se produjo el desencuentro público con Sofía, a la salida de la misa de Pascua.
La actual reina ha realizado una serie de cambios con intención de ganar en comodidad durante su estancia en Marivent. Decide hospedarse con su familia en Son Vent, que es una de las tres viviendas que tiene el recinto. Ha ido afrontando unas cuantas modificaciones con mucha discreción.
A diferencia de Juan Carlos, que solía disfrutar de un mes allí, desplazando a todo el equipo de Zarzuela, la asturiana ha reducido el séquito. Suelen permanecer en tierras mallorquinas poco más de una semana. Con ellos viajan solo el personal de seguridad y la gente más próxima a Felipe.
El edificio principal del palacete queda reservado para la emérita. Los reyes se conforman con otra de las construcciones que acoge la instalación. Buscan independencia y libertad.
Las imágenes de Juan Carlos y Sofía con todos sus hijos y nietos en los 2000 forman parte del pasado. Ya no se volverán a repetir esas escenas, ya que ninguno de ellos es bienvenido.
Letizia impuso una serie de condiciones
Letizia, al llegar al trono, tenía claro que debía imponer una serie de normas. Prohíbe que sus hijas participen en las actividades de vela del club náutico de la zona. A ella no le agradan ese tipo de disciplinas y en cierta medida ha obligado al rey a reducir su presencia en las regatas.
La familia real no tiene inconveniente en salir del palacio. Pero cuando lo hacen es porque se dirigen a algún tipo de acto recogido en la agenda institucional. Cada vez resulta más complicado verles pasear por el centro o realizando compras como la emérita.
Dichas salidas transcurren en un ambiente distendido, casi informal. Es una buena oportunidad para ver la versión más natural y cercana de los monarcas.
Letizia, como recoge Mujer Hoy, tampoco es partidaria de asistir a compromisos con la pandilla de amigos de Felipe. No parece muy cómoda en ese tipo de ambientes, y tampoco desea que su marido acuda solo a esas reuniones.