Irene Rosales confiaba en tener un verano tranquilo, en donde ella y su familia pudieran disfrutar de las vacaciones sin agobios. Sin embargo, las últimas noticias destapadas hacen pensar que le quedan por delante unas semanas un tanto convulsas. Y así se lo habría hecho saber a su pareja.
Todo tiene que ver con la posible venta de Cantora. El pasado fin de semana desvelaban en Viva la vida que la operación estaría prácticamente cerrada. Tanto Isabel Pantoja como su hijo habrían alcanzado un acuerdo para realizar la transacción.
Sin embargo, Rosales se encargó de desmentirlo en las últimas horas. En el espacio de Telecinco señalaron que la cantante ya habría firmado un contrato de arras. Eso era un indicativo de que iban muy en serio y que querían desprenderse de la finca de Paquirri.
Pero este proceso de venta está envuelto en un gran misterio. De momento se desconoce la identidad del posible comprador, pero también el precio que estaría dispuesto a asumir. Sin lugar a dudas, se trataría de una cantidad muy elevada.
Los inquilinos de Cantora no parecen dispuestos a desprenderse de esta propiedad a cualquier precio. Además, debían ponerse de acuerdo tanto Isabel como Kiko, que son sus propietarios.
Al parecer, la persona interesada en la adquisición ha querido mantenerse en un segundo plano. De hecho, habría solicitado a la folclórica y a su hijo que firmaran un contrato de confidencialidad. No desea que trasciendan los detalles de la operación.
Pero no todo resultó tan sencillo como se esperaba en un primer momento. El DJ puso bastantes trabas durante las negociaciones.
No estaba dispuesto a desprenderse de su parte tan fácilmente. Su madre, por su parte, sí que tenía un especial interés por quitarse de encima la finca.
Irene Rosales es consciente de que la artista lleva arrastrando graves problemas económicos desde hace tiempo. Eso la ha empujado, de alguna manera, a tomar esta decisión. Pero también ha habido otros motivos de peso para marcharse de Cantora.
Desde que murió doña Ana, Isabel tenía muy claro que debía salir de allí. Posiblemente para empezar una nueva vida en otro lugar. Pero la venta de la finca de Paquirri no fue la única alegría que se habría llevado.
Y es que también consiguió librarse de la mitad del ático que tiene en Fuengirola y que tiene un valor de unos 800 000 euros. Todo irá a parar a manos del mismo comprador. Eso si, su nombre es toda una incógnita.
El DJ aseguró en las últimas horas que no sabía nada del tema de la venta. "Nadie se ha puesto en contacto conmigo, a mí no me ha llamado nadie", apuntaba a los medios. Desmentía de esta forma tanto las negociaciones como la transacción.
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Irene Rosales tampoco sabía nada del asunto. "No sé donde ha salido eso", apuntó extrañada. De esta manera se desmarcaba por completo de las informaciones que hablaban de la venta de la finca.
Se tratan de cuestiones muy personales que afectan a Kiko y a su madre. Ella prefiere mantenerse en un segundo plano. Prefiere que sean ellos los que lleguen a un acuerdo, sin tener que implicarse ella en esos asuntos.
Pero estas palabras por parte de los protagonistas se pueden interpretar de muchas maneras. Las pueden decir porque no hay negociaciones o simplemente porque buscan proteger la operación. Si hay un contrato de confidencialidad deben guardar silencio.
Irene Rosales es una de las personas en las que más confía el DJ. Por eso, siempre le consulta todo lo que realiza.