Karlos Arguiñano siempre habla maravillas de sus hijos. Alguno ha seguido sus pasos, pero posiblemente del que más se enorgullezca es de Amaia.
"Mi aita dice que soy la única de la familia que sabe leer y escribir, porque soy la única de los hermanos que hizo una carrera universitaria", contaba la joven.
Arguiñano tiene en casa a una ingeniera especialista en telemetría. Tuvo una experiencia en el mundo del motor, donde su padre también invirtió. Allí se encargaba de que los pilotos mejoraran sus registros en los circuitos.
Sin embargo, lo que realmente le llamaba la atención era otro negocio familiar, el de las bodegas. En la actualidad, Amaia es la encargada de la Bodega K5.
Se ocupa de gestionar todo el proceso del vino. Desde la calidad de las uvas, hasta el embotellado y el etiquetado. Ha conseguido convertir su trabajo en una gran pasión, donde se desenvuelve a la perfección.
Es posible verla seleccionar los mejores racimos, pero también mostrar ese preciso entorno a los medios. Pero su labor va más allá de eso. La hija de Karlos Arguiñano es una de las mentes pensantes de la bodega, que busca sacarle el mayor rendimiento a la instalación.
Se localizan en un enclave maravilloso, con unas vistas espectaculares, en Aia (Guipuzcoa). Como a la mayoría de las empresas, la pandemia también afectó a sus cuentas. Y ante la bajada de ingresos optaron por reinventarse.
Amaia pensó en otra manera de sacarle rendimiento a ese espacio. De ahí que ofreciera a clubs de yoga de la zona la posibilidad de ejercitarse en sus campos. Sin lugar a dudas, la combinación de deporte y naturaleza resultan perfectas.
Durante los fines de semana de junio a agosto se reunieron un buen número de personas en K5. Era habitual que después de las sesiones, los participantes disfrutaran de una degustación de los vinos y de una visita por las bodegas.
"Ven por el yoga. Quédate por el vino y el aperitivo. Si no bebes alcohol, no te preocupes, tendremos zumos cold press elaborados en Tidore Food", informaban en su perfil de Instagram.
Con la llegada de septiembre y de la temporada de vendimia han paralizado esta actividad. Uno de los clubes participantes en la experiencia cuenta a El Español que la hija de Arguiñano quedó "encantada". Incluso no descarta retomar estos curso en el campo en próximas fechas
A la familia del chef se le dan muy bien los negocios. Saben sacarle mucho rendimiento a todo aquello que ponen en funcionamiento.
En el caso de las bodegas, tienen programadas visitas guiadas de martes a sábado. Lo ofrecen en dos versiones, estándar y premium.
La primera opción incluye recorrido por los viñedos, bodega y cata, pudiendo degustar los vinos de la compañía, además de productos de la zona. Su coste asciende a 25 euros y la duración es de algo más de una hora.
Karlos Arguiñano sigue de cerca las evoluciones de la bodega
Arguiñano ha confiado las riendas de este negocio a su hija Amaia. Es consciente de que tiene muchos conocimientos, y que además puede darle un aire fresco al concepto clásico de bodega.
El cocinero tiene un especial cariño a esta compañía. Los viñedos nacieron en 2005, pero la bodega no se puso en marcha hasta cinco años más tarde. Hoy presume de tener un txakolí de calidad y exportado a todo el mundo.
En estos momentos se encuentran inmersos en el proceso de vendimia. Para el proceso de recolección publicaron un anuncio en busca de trabajadores. Ofrecían jornadas de ocho horas a cambio de un sueldo de 8,24 euros la hora, además de 11 euros la hora extra.