Karlos Arguiñano celebró este lunes su 73 cumpleaños. Y lo hace en un momento de grandes contrastes. En lo profesional presume de triunfar en la televisión y con sus negocios de hostelería.
Ya son más de 50 años en el mundo de los fogones, acumulando a sus espaldas una brillante trayectoria culinaria y empresarial. Pero también ha soportado ciertas situaciones personales en los últimos meses que han afectado a su vida personal.
Karlos Arguiñano ha estado siempre muy respaldado por su esposa Luisi. Es su fiel compañera de vida desde que en 1974 decidieran casarse. Sin embargo, él ha confesado recientemente en un programa de TVE que estaba atravesando por una situación complicada.
Y es que su mujer evita salir a la calle por miedo al coronavirus. "Se nos está haciendo muy largo, esta historia está siendo dura de verdad", contaba visiblemente afectado.
El afamado chef asegura que "no sale de casa por la pena". Ese temor al virus les ha privado de reunirse con muchos de los miembros de su familia. Arguiñano reconocía que pese a vivir en la misma ciudad, llevaban casi un año sin ver a los nietos.
Es frecuente que él se acuerde de Luisi durante las emisiones de sus programas. La tiene siempre muy presente, y admite que está tan enamorada como el primer día. "Mi mujer ha sido capitana toda la vida", desvelaba el cocinero.
No tuvo una vida nada sencilla. Con apenas 9 años, la mujer de Karlos empezó a trabajar en el negocio de la familia repartiendo pescado. Relataba en una entrevista a El Diario Vasco que "mi madre tenía una pescadería y me parió allí".
Pese a que su deseo era estudiar para labrarse un mejor futuro, su familia requería de ella para sacar adelante la empresa. Eso también le acabaría pasando factura con el tiempo, sobre todo durante la adolescencia.
Mientras que el resto de sus amigos iban de fiesta, ella debía quedarse en casa porque al día siguiente le tocaba madrugar. Desde muy joven tuvo que asumir responsabilidades.
Su familia tampoco quería que se estancara en Zarautz, de ahí que le obligaran a trasladarse a París. Pretendían que aprendiera un idioma y se independizara. En territorio galo desempeñó labores de au pair en un colegio, donde también limpiaba.
Así estuvo hasta que cumplió los 15 años, que fue cuando regresó de nuevo a su hogar. La situación económica era preocupante en la familia, y le tocaba arrimar de nuevo el hombro.
Karlos Arguiñano siempre se apoya en Luisi
Ese tipo de situaciones contribuyeron a que la esposa de Karlos Arguiñano se curtiera. A que no le tuviera miedo a nada. De hecho, ella fue responsable de sacar adelante el primer restaurante del cocinero.
Recuerda que "yo siempre he sido muy echada para adelante y nos arriesgamos". Gracias al duro trabajo de muchos años "lo sacamos adelante". Explica que fue en los años 80, "vivíamos encima del restaurante" y el momento exigió muchos sacrificios.
"Debíamos mucho dinero, pero yo siempre he dado la cara", añadía Luisi a un medio local. Con el tiempo, ese primer local de la familia Arguiñano se acabaría convirtiendo en un hotel.
Todo negocio cuesta mucho ponerlo en marcha, y más cuando hay tras de sí una gran inversión. En aquella época, Karlos y Luisi tuvieron que hacer frente también a uno de los peores instantes de su vida. Perdieron a los dos hijos que esperaban.
"Los dos primeros se nos murieron. Con siete meses se nos murieron los dos niños", desveló el chef a Pablo Motos. En aquel momento, "mi mujer lloraba y lloraba, con razón, claro".
Lo siguieron intentando y al final "vinieron otros seis, y una que tengo adoptada. Ya somos siete", añadía. Apuntaba que estaban "todos emparejados, todos con hijos menos mi hija, que tiene pareja, pero no niños".
En todo de broma apuntó que "ahora me toca aprenderme los nombres".