La mascarilla dejará de ser obligatoria en interiores en cuestión de horas. A partir del miércoles 20 de abril ya no será necesario seguir utilizándola en espacios cerrados, excepto en el transporte público o centros médicos.
No obstante, esta medida ha generado cierta controversia, sobre todo con ciertos colectivos de población considerados como vulnerables. Existen dudas sobre la conveniencia de seguir utilizándola o no. Es el caso, por ejemplo, de las embarazadas o mayores de 60 años.
Ha quedado comprobado que la mascarilla es la solución perfecta para plantarle cara al coronavirus. Su utilización, unido a la vacunación, consiguió contener los positivos por la COVID-19.
Son muchos los expertos que se han pronunciado respecto a esta decisión del Gobierno. El portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, considera que la postura es “precipitada”. Lorenzo Armenteros entiende que “no se reunían las condiciones y siguen sin reunirse porque estamos con una incidencia muy alta”.
De momento solo obligan a llevarlas en los hospitales, centros de salud, residencias de mayores y el transporte público. Pero los facultativos creen que hay una serie de colectivos a los que habría que proteger de una manera especial.
Desde la Sociedad Española de Neumología señalan que es preciso “mantener la prudencia” por el elevado riesgo y la posibilidad de desarrollo de nuevas cepas. Recalcan la necesidad de conservar la obligatoriedad de esta protección en aquellas personas que presenten síntomas respiratorios.
Ponen el foco sobre todo en la población de riesgo, tanto mayores de 60 años como enfermos crónicos. A estos se les recomienda seguir usando el cubrebocas en espacios cerrados.
Anuncian la fecha oficial del fin de las mascarillas
La retirada de la mascarilla en interiores fue catalogada como “una auténtica temeridad” por parte de asociaciones de mayores. Es lo que manifestaron desde la Federación de Organizaciones Andaluzas de Mayores. Consideran que “pone en riesgo grave de contagio a la población general y atenta contra la salud de los más vulnerables”.
Recuerdan el papel desempeñado durante los dos últimos años por estas protecciones. Las FF2 “se han mostrado tremendamente eficaces para prevenir la propagación del virus”. La decisión de “suprimir la obligación de su uso en interiores es totalmente descabellada e irresponsable”.
Respecto a las embarazadas, los expertos apuntan que no tienen más riesgo de contagio que cualquier otro grupo de población. Sin embargo, en el caso de contraer el virus es posible que su estado revista de más gravedad. De ahí que se les considere otro grupo de riesgo y que debería extremar al máximo las precauciones.
Además de los mayores y mujeres embarazadas, también habría que prestarle una especial atención a la gente con las defensas bajas.
La mascarilla debe ser imprescindible para muchas personas
La mascarilla se ha convertido en un elemento esencial de protección y seguirá siéndolo durante un tiempo. Los expertos también temen que el fin de la obligatoriedad del cubrebocas pueda ser un peligro para las personas más vulnerables. Entre ellos, pacientes de cáncer en tratamiento de quimioterapia o los que hayan recibido un trasplante.
Desde el ministerio de Sanidad aconsejan su uso en las personas inmunodeprimidas, mayores de 60 años y embarazadas. En el documento de los técnicos de salud pública insisten en seguir utilizándola. Principalmente en situaciones en las que haya “un contacto prolongado con personas a distancia menor de 1,5 metros”.
Hablan en todo momento de personas vulnerables, sin especificar en ningún instante qué grupos de población forman parte de estos. Una vez más, la apuesta es por la ambigüedad, dejando muchas dudas entre los ciudadanos.
La mascarilla deja de ser obligatoria, pero mucha gente tiene previsto seguir haciendo uso de ella. Sobre todo en los puestos de trabajo o centros comerciales, donde se concentran un importante número de personas en poco espacio.