El 13 de febrero, los sanitarios despidieron a Salvador Tranche, médico de familia de 65 años en Oviedo.
El pasado viernes murió Ángel del Couz, jefe de traumatología en el Hospital de Jarrio, en Coaña, a los 54 años. Y ayer se ha conocido la muerte de Ángeles Pomar, médico de la UVI móvil en Gijón.
La muerte de tres sanitarios en dos semanas en la región de Asturias, cuatro en lo que va de año, dispara la preocupación. Los tres fallecidos estaban en activo y no tenían patologías previas. El colectivo médico asturiano ha mostrado su intranquilidad por la pérdida de tres compañeros de forma sucesiva.
A las muertes de Salvador, Ángel y Ángeles hay que sumar el fallecimiento del pediatra Ramón Fernández, el pasado 1 de enero. Los tres últimos fallecidos tenían entre 54 y 65 años, y murieron de forma inesperada. Las causas de la muerte están por determinar, pero la sucesión de muertes ha desatado la preocupación.
Saltan las alarmas
La última ha sido Ángeles Pomar, una sanitaria de la UVI móvil hallada muerta en su casa de Gijón ayer por la mañana. Tenía 61 años, era madre de dos hijos y no se le conocían patologías previas. De hecho era una persona muy activa, deportista, y con una gran capacidad de trabajo.
La sanitaria no acudió a relevar a sus compañeros a la hora prevista, y llamaron a su casa pero no respondía. Lo pusieron en conocimiento de las autoridades, que acudieron a su casa para comprobar qué pasaba. Fue entonces cuando descubrieron que había muerto de forma repentina.
Ha sido su muerte la que ha hecho saltar todas las alarmas en el colectivo. Según el sindicato médico Simpa, se trata de hombres y mujeres “sometidos a un nivel de exigencia y de estrés laboral”. Son médicos y enfermeros que han estado en primera línea de la pandemia, “y eso les hace más vulnerables”.
Pérdidas muy seguidas
Los sanitarios asturianos entraron en el nuevo año con la triste noticia del fallecimiento de Ramón Fernández, un pediatra conocido y muy querido. Murió de un infarto de miocardio a los 62 años, en su residencia de Oviedo. Su pérdida fue muy sentida en el ámbito médico, donde se le reconoció como formador de pediatras.
La muerte volvió a sacudir el sector sanitario asturiano el pasado 13 de febrero, cuando se anunció el fallecimiento repentino de Salvador Tranche. Era presidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia, y médico de familia en Oviedo. Empezó a sentirse mal por la mañana y murió de forma casi fulminante.
Menos de dos semanas después se conoció la muerte de Ángel del Couz, un célebre traumatólogo de Coaña. Tenía 54 años, e igual que en los dos casos anteriores no se le conocían patologías previas. La forma de la muerte fue la misma, un infarto fulminante sin que las asistencias pudieran hacer nada.
Dolor y preocupación
“Es una pérdida irreparable, e inesperada por todos los que le conocemos”, dijeron los compañeros de Ramón al conocer su muerte. Tampoco el entorno de Salvador Tranche esperaba la muerte del doctor. “Estamos consternados, lo último que esperábamos es que nos fuera él”, decían los allegados de Ángel del Couz.
Es el mismo sentimiento que embarga hoy al entorno de la sanitaria Ángeles Pomar, que ha fallecido sin patologías previas. En este caso aún no se sabe la causa de la muerte, aunque parece también un fallo cardíaco. La sucesión de coincidencias ha preocupado al colectivo, que ponen el acento en la situación de estrés.
Algunos compañeros coinciden en que son solo tristes coincidencias temporales, pero en otros casos hay extrañeza y preocupación. Los tres médicos habían estado sometidos a una gran presión durante la pandemia. Como Ángeles, la última fallecida, que intervino en el montaje del hospital de campaña en Gijón.