Imagen de una silueta de persona en color negro

'Te llaman, te dicen que tu hijo se ha quitado la vida y se te queda toda la culpa'

Rosario relata el sufrimiento vivido tras el suicidio de su hijo y reclama al Gobierno nuevos planes de prevención

Rosario es una superviviente tras haber perdido a su hijo a causa de un suicidio. "Fue hace dos años y medio, pero es ahora cuando empiezo a hablar del tema. Los primeros meses estaba en shock, no me lo creía y luego descubrí que hablar te libera de la rabia y de la tristeza", confiesa esta mujer en la SER.

"El duelo es para toda la vida, pero hay que encontrar alguna ilusión. Yo sigo teniendo dos hijos, amigos y tenía a mi madre enferma. Ahora, también quiero prestar la ayuda que un día no pude prestarle a mi hijo", sentencia.

A Rosario le llamaron un día para decirle que su hijo se había quitado la vida. “Hacen falta muchas cosas. Mucho apoyo del Gobierno, planes de prevención, apoyo a la salud mental y, sobre todo, acabar con el estigma social y con el tabú", solicita.

"También necesitamos que los medios de comunicación se impliquen y que los suicidios no sean solo cifras o informaciones sensacionalistas. Hace falta educación emocional en los colegios. Que no haya bullying y que, si alguien ve a una persona pasándolo mal, ayude un poquito”.

"Nuestro lema es transformar el dolor en amor"

Ubuntu es la 'Asociación Andaluza de Supervivientes por Suicidio de un Ser Querido'. Esta entidad se presentó el pasado sábado en el Día Internacional del Superviviente del Suicidio. “Nuestro lema es transformar el dolor en amor y se ha hecho realidad porque por fin vamos a reunirnos y vamos a fundirnos en un abrazo”.

Ubuntu nació gracias a un grupo de ayuda mutua creado por el psicólogo Daniel J. López Vega. “Me dijeron que tenía que apuntarme a un grupo de ayuda y yo les decía que no, que me dejaran tranquila, no quería reaccionar", explica Rosario.

Una pareja de enamorados delante de un lago
El lema de Ubuntu es "transformar el dolor en amor" | PixaBay

"Pasaron los meses y la pareja de mi hijo mayor me regaló una libreta y me dijo que, cuando quisiera, apuntara mis sentimientos. También tenía un perro que era de mi hijo y, cuando me sumergía en mi llanto, venía y tiraba de mí. Al final tomé por costumbre salir a caminar con él y fue lo único que me daba aliento”, cuenta Rosario.

“Con el tiempo, mi psiquiatra me habló de Papageno. Compartir con gente que ha pasado por lo mismo que tú es lo que nos está salvando. Empezamos a reunirnos presencialmente una vez al mes y durante la pandemia nos comunicábamos por Whatsapp”, relata.

"El suicidio se puede prevenir", afirma Rosario

Para Rosario, como para muchos expertos, el suicidio se puede prevenir. Además de la iniciativa #teescucho, teléfonos contra el suicidio como el de La Barandilla o el Ayuntamiento de Barcelona (900 92 55 55) reciben numerosas llamadas al día.

“Mi hijo tenía 22 años, estaba estudiando cuarto de Trabajo Social, vino a casa cuando terminaron los exámenes de febrero y había aprobado. Nos presentó a su primera novia y estuvieron en los carnavales. Le vi muy delgado y él lo achacó a los exámenes, pero jamás me dijo que no estaba bien y yo no me di cuenta”.

Una UVI móvil del SUMMA 112 de la Comunidad de Madrid
Rosario relata el sufrimiento vivido al perder a su hijo a causa de un suicidio | Gtres

"El 19 de marzo hablé con él por teléfono porque era el cumpleaños de su novia y estuvimos comentando el regalo. Esto pasó dos días después”, expone.

El momento más duro en la vida de Rosario

Rosario relata con detalle el momento en el que le dieron la fatal noticia. "Te llaman, te dicen que tu hijo se ha suicidado y toda esa culpa se te queda a ti y luego viene la negación. Estás todo el día pensando que va a volver, si le hago un tupper para que se lleve...".

"Pero me culpo mucho, que si no le pregunté si tenía dinero para el regalo. Que no le pregunté si le faltaba algo... ¿Y si le hubiera llamado ese día? Ese 'y si' no te lo quitas nunca y te culpas cada día", se lamenta.

"Tenemos una clara responsabilidad", señala Susana Al-Halabí, doctora en Psicología

Susana Al-Halabí, doctora en Psicología, explica que "los familiares de las personas que han fallecido por suicidio se encuentran en una situación difícil. Y es debido al dolor que sienten, el tabú y el estigma. Se sienten señaladas y eso incrementa la culpa, por lo que tenemos una clara responsabilidad".

“Si hablamos de 4000 muertes al año por suicidio en nuestro país, por cada muerte hay 100 personas que le conocían y 10 o 15 del núcleo cercano. Muchas veces ese núcleo está asustado, sorprendido, sin saber a dónde ir y sin instituciones públicas que puedan entender su dolor y ayudarles a elaborar su duelo”, expone.

“El sistema público debería contar con psicólogos que atendieran a los supervivientes y el resto de la población debería permitir el alivio. Hay que preguntar cómo preguntaríamos por cualquier persona que hubiese muerto por otra causa”, concluye.

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