La desaparición de Virginia y Manuel, las chicas de Aguilar de Campoo, es uno de los casos más misteriosos de la crónica negra de España. Ocurrió en abril de 1992, y durante estos últimos años se mantuvo en un punto muerto su investigación. Sin embargo, nuevas pistas surgidas en los últimos días pueden ayudar a reabrir el caso.
Se trata de una mujer, que con su relato puede aportar un dato definitivo. Quiso denunciar su experiencia una vez que visionó un reportaje sobre el caso en Viva la vida. En él relata que un conductor de un Seat 127 blanco intento llevársela a la fuerza por aquella época.
Tanto ella como una amiga que la acompañaba lograron huir. Después de que presentara la denuncia, el caso de las niñas de Aguilar de Campoo tiene más posibilidades de resolverse. Y es que el conductor de aquel vehículo ya ha sido identificado.
Sospechan de un hombre que residiría en la zona, a unos 30 kilómetros de Reinosa. Fue el sitio donde se vio por última vez a Virginia y Manuela. Precisamente algunos testigos las observaron subiéndose a dicho coche.
Los hechos ocurrieron en un momento de mucha euforia en España. El país se encontraba a las puertas de unos Juegos Olímpicos y de la Expo de Sevilla. De alguna manera había que acabar con aquellos tópicos que dejaban a España como un territorio triste y oscuro.
Las niñas de Aguilar de Campoo hicieron autostop
La desaparición de las dos niñas no contribuía a mejorar esa imagen, así que optaron por no concederle mucha trascendencia. Virginia, de 14 años, y Manuela, de 13, eran vecinas de Aguilar de Campoo, en Palencia.
Presumían de ser muy buenas amigas y pasaban todo el tiempo que podían juntas. El día que desaparecieron hacían autostop a las afueras de Reinosa, en Cantabria, con intención de regresar a su casa. Con frecuencia se desplazaban al municipio cántabro los fines de semana, aprovechando su mayor oferta de ocio.
Frecuentaban sobre todo la plaza de la Constitución, muy próxima al parque de Cupido, donde se localizaban bares de copas. Después de estar en la discoteca Cocos, tenían intención de coger el tren de vuelta a casa, pero el último servicio ya había finalizado. Ante esa situación optaron por hacer autostop.
Se trataba de una manera muy común de viajar en aquellos tiempos. La juventud o la imprudencia no permitían ver el peligro que eso acarreaba. Algunos testigos aseguraron que se montaron en un Seat 127 blanco, matrícula de Valladolid.
Sin embargo, aquel coche que denunciaron, nunca apareció. En aquel momento no descartaron ninguna hipótesis e investigaron el entorno de las dos menores de Aguilar de Campoo. Los trabajos por parte de las autoridades se realizaron con métodos muy rudimentarios, nada que ver con lo que hay hoy en día.
En aquella época habían recomendado a los padres que denunciaran a las 48 horas por si se tratara de una desaparición voluntaria. En la actualidad, aconsejan hacerlo lo antes posible.
Su entorno realizó todo lo posible para encontrarlas, empapelando la zona y las provincias limítrofes. También se le dedicó muchas horas en televisión, sobre todo en ¿Quién sabe donde?, pero siempre sin éxito.
En un primer momento se investigaron los clubes de alterne de Palencia y Burgos, donde algunas personas las habían situado. También hubo pistas que las localizaban en León, Madrid y Cádiz, pero la más fiable estaba en Asturias.
Después de trabajar sobre un indicio consiguieron hallar a dos chicas que se habían fugado de casa, pero no eran Virginia y Manuela. Este suceso quedaría relegado a un segundo plano unos meses más tarde por el caso de las niñas de Alcàsser.
Otra información fiable que se facilitó fue en 1997. Una joven okupa dijo que las chicas de Aguilar de Campoo vivían entre los grupos alternativos de Madrid. La Guardia Civil retomó la investigación y recibieron más datos sobre ella, pero sin obtener los resultados deseados.