Una madre sujeta la mano de su hijo en un hospital

Muere un niño de 9 años por Covid: su madre lo llevó a un curandero y no a un médico

Fue atendido por los médicos con un cuadro de neumonía tras contagiarse de coronavirus, pero no pudieron hacer nada por salvar la vida del niño 9 años

Un niño de 9 años murió a consecuencia del COVID-19 en Argentina. El menor ingresó en un "hospital con un cuadro de neumonía grave". Pese a la atención de los médicos no pudieron hacer nada por salvarle la vida.

"Lo asistieron con oxígeno, pero sufrió un paro cardiorrespiratorio y murió", cuenta el infectólogo Julián Bibolini. El caso se dio a conocer hace unas horas por parte de las autoridades locales cuando se disponían a realizar balance del índice de contagios.

El pequeño fallecido vivía en la localidad de Costa Alegre, en la provincia de Formosa. Durante la comparecencia de los expertos se confirmó que "no tenía factores de riesgo".

Antes de perder la vida, el niño de 9 años estuvo cuatro días con los síntomas de COVID-19. En lugar de recurrir al servicio de salud, la familia optó por llevarlo a un curandero, algo que denunciaron los médicos.

El infectólogo asegura que no se busca "culpar a nadie, es algo cultural nuestro". De ahí que haga hincapié "en la consulta temprana". Sobre todo para abordar el problema lo antes posible y no dejar que se convierta en algo más grave.

Mucha oposición a la vacuna del COVID-19

El ministro de la región, Jorge González, dijo que las comunidades están trabajando para que todo el mundo acceda al sistema de salud. Sin embargo, sí que se han encontrado con mucha oposición para recibir la vacuna.

Muchas personas se niegan a ser inyectados contra el coronavirus por motivos "religiosos". Se trata de algo en lo que están trabajando las autoridades, en vista de lo ocurrido con niño de 9 años de Formosa.

En cualquier caso, en los últimos meses muchas personas han puesto en entredicho el funcionamiento de la sanidad en Argentina. El número de contagios era brutal e incluso una joven pereció en el suelo de un hospital a la espera de ser atendida.

Fue el caso de Lara Arreguiz, una chica de Santa Fé. Su imagen, apoyada sobre el bolso y con una cazadora tapándola, se convirtió en el símbolo de la precariedad sanitaria en el país.

Presentaba problemas para respirar y tenía fiebre y malestar. Sufría COVID-19 y era diabética, una combinación que acabó con su vida. Tardó nueve horas en ser atendida por los profesionales, que no la consideraba paciente de riesgo pese a su enfermedad.

Previamente había acudido un centro de salud, donde la mandaron de nuevo a casa. Los síntomas no desaparecían, hasta que tuvo que regresar de nuevo al hospital. Toda una odisea para ser tratada del coronavirus.

Pero además de la mala atención recibida por los pacientes, el país también criticó el comportamiento de algunos políticos. Durante las primeras jornadas de vacunación fueron muchos los que se aprovecharon de su cargo. 

No dudaron en inmunizarse antes de tiempo cuando había grupos de población en riesgo que debían recibir la inyección. Se consideró una actitud muy poco honesta por parte de algunas autoridades del país.

Otro caso bien distinto es lo que ocurre en Estados Unidos, donde hay una fuerte corriente antivacunas. Un buen ejemplo es un paciente, que tras estar al borde de la muerte por el virus admite que no se inmunizará.

"Aquí estoy recuperándome, salgo de aquí finalmente mañana", cuenta Roe desde el hospital. Cuando se le pregunta si tiene previsto vacunarse responde de manera negativa. "Hay demasiados problemas con esas vacunas", explica.

Es padre de familia y regenta un pequeño negocio. En primer lugar contrajo coronavirus y luego desarrolló neumonía. Reconoce sin tapujos que antes de vacunarse prefiere volver a pasar por la misma situación.

Las reacciones adversas están provocando este tipo de pensamientos en algunas personas.