Marco Javier Cotelo Mañana, de 22 años y vecino de Laracha, en Coruña, ha muerto esta pasada madrugada en un accidente en Arteixo. Llevaba desde los 16 trabajando en la hostelería, y había dejado huella en el emblemático local O Estanco. La consternación se ha apoderado del lugar, donde le recuerdan como un trabajador con don de gentes.
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Marco descubrió desde muy joven su verdadera vocación, la hostelería. A los 16 años entró a trabajar en el bar cafetería O Estanco, donde su propietario Manuel le acogió como uno más. Pronto se convirtió en el favorito, por su capacidad de trabajo y también por su amabilidad con los clientes.
Amaba tanto su profesión que incluso abandonó su otra pasión, el fútbol, porque no podía compatibilizar los horarios. Marco jugaba desde pequeño en las categorías inferiores del Paiosaco, donde destacaba por su velocidad. Pero entre el fútbol y la hostelería escogió la segunda, y se dedicó a su trabajo con gran vocación.
Había conseguido un nuevo trabajo
La pandemia y las restricciones frenaron la proyección de Marco, que pasó un tiempo sin poder trabajar. Con la vuelta a la normalidad empezó a trabajar en una carpintería, aunque lo que de verdad deseaba era volver a tratar con los clientes. En agosto consiguió un nuevo trabajo en el restaurante O Petisco de Arteixo.
Marco se había preparado para dar un salto de calidad en el sector, y había acabado un curso de coctelería. En su nuevo trabajo había recuperado la ilusión, pero todos sus sueños se fueron al traste con el accidente de ayer. El joven perdió el control de su vehículo y chocó contra una farola y una marquesina, perdiendo la vida.
Había aprovechado la pandemia para sacarse el permiso de conducir. Su jefe Manuel fue quien más le insistió, diciéndole que se le abrirían más puertas en el sector, y ahora se siente culpable. Sus padres, Javier y Ana, le prestaron un Seat Ibiza de color rojo.
Cómo se produjo el accidente
Ayer, a la una y media de la madrugada, vieron a Marco salir de una parrillada en Laracha y subirse al coche. A su lado se sentó un amigo suyo, y ambos se dirigieron a Arteixo, donde habían quedado con un grupo de amigos. A un kilómetro de su destino ocurrió el accidente.
El Seat Ibiza de Marco se salió de la A-552 por el margen derecho e impactó contra una farola y una marquesina. El conductor murió prácticamente en el acto, y los sanitarios no pudieron hacer nada para salvarle la vida. El copiloto resultó herido grave, pero llegó al hospital consciente y se recupera de las lesiones.
La policía ha abierto una investigación, aunque de momento no hay resultados definitivos. Una primera hipótesis apuntaría a un exceso de velocidad. Según un vecino llamado José Ramón, escucharon un golpe y al ver lo ocurrido llamaron a los servicios de emergencia.
Muy unido a su hermana
La tragedia ha causado una profunda consternación en la localidad de la víctima, un lugar con poco más de 700 habitantes. Marco era un chico muy sociable que tenía un amplio grupo de amigos. Pertenece a una familia muy conocida, muy apreciada y muy unida.
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Sus conocidos derraman hoy lágrimas por él y solo tienen una frase en la boca: “Tenía toda una vida por delante, estaba empezando a vivir”. Era hijo de Javier, trabajador de la construcción muy conocido en el lugar, y Ana, empleada en un taller de confección. Sus tíos regentan una carnicería en La Coruña.
Pero quien más ha sufrido la muerte de Marco ha sido su hermana, una niña por la que él sentía especial devoción. Los vecinos afirman que el joven estaba muy unido a sus padres y a su hermana. Los mismo que hoy lloran su muerte, tan inexplicable como terrible.
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