El caso Alcàsser no es solo el más célebre de la crónica negra española, sino que también va camino de ser el más largo. Tres décadas después de la muerte de Toñi, Miriam y Desiré, el caso está lejos de cerrarse. La justicia ha dado ahora otro paso para poner nombre y apellido al asesino de las niñas.
La jueza ha ordenado al Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid analizar más de 50 pelos. Estos habían sido descartados en los análisis genéticos realizados en la década de los noventa, antes del juicio contra Miguel Ricart. Ahora podrían servir para demostrar la culpabilidad de Antonio Anglés.
La jueza Elisa Fort, que está al mando del caso Alcàsser, ha dado luz verde a las pruebas biológicas para extraer los perfiles de ADN de los pelos. Las muestras fueron tomadas del cuerpo de las víctimas y el escenario del crimen. Podrían vincular directamente a Antonio Anglés con el asesinato de las tres adolescentes.
El 14 de diciembre de 2029 prescribirá el crimen. Convencidos de la culpabilidad de Antonio Anglés, la prioridad es ahora encontrar pruebas que le incriminen. En el caso de que estuviera vivo y le encontraran, serían fundamentales para llevarlo a juicio y considerarlo culpable de los asesinatos.
Las nuevas pruebas han sido aportadas por la Asociación Laxshmi de Lucha contra el Crimen, que actúa de acusación particular. Según su presidente, Félix Ríos, “hasta la fecha de hoy no existen indicios forenses que vinculen a Anglés con el crimen, y las ciencias forenses en la actualidad pueden salvar este escollo.
El Instituto Nacional de Toxicología confirma que los pelos fueron descartados en su momento después de una selección en el laboratorio. Se consideró que su estado era impropio para ofrecer resultados fiables. Ahora, los nuevos avances en la ciencia forense podrían ofrecer novedades al respecto.
Los peritos declararon en 1997 que los cabellos encontrado en los cuerpos de las niñas no correspondían a una sola persona. La Guardia Civil los había recogido en el interior de la fosa, en dos colchones, en dos guantes de apicultor y en un jersey de una de las víctimas.
En su momento no se consideraron pruebas de importancia o se vieron condicionadas por las limitaciones logísticas de la época. Por eso los pelos nunca llegaron a ser una prueba concluyente. Ahora pueden confirmar la participación de Anglés y resolver los interrogantes que quedan abiertos sobre el caso.
Han pasado treinta años desde que Miriam, Toñi y Desiré, tres adolescentes de entre 14 y 15 años, fueron torturadas, violadas y asesinadas en Alcàsser (Valencia). La justicia ha dejado claro que seguirá investigando hasta que se descubra la autoría de los crímenes. El único condenado por ello hasta ahora ha sido Miguel Ricart.
Ricart fue sentenciado a 170 años de cárcel, y salió a la calle después de haber pasado 20 entre rejas. Sin embargo, pasados los años cada vez va quedando más claro que Ricart solo fue un cabeza de turco, y que el verdadero cerebro de los asesinatos fue Anglés.
Al saberse en el foco de los investigadores, Antonio Anglés emprendió una huida y desde entonces es uno de los fugitivos más buscados del mundo. Su rastro se perdió el 23 de marzo de 1993, en la bahía de un puerto irlandés. La justicia le considera autor material del triple crimen de las niñas de Alcàsser.
Antonio Anglés tendría ahora 54 años. La principal tesis de los investigadores es que murió en su huida, pero nunca se ha conseguido encontrar su cadáver. La búsqueda sigue activa mientras en España se siguen buscando pruebas para incriminarle en un eventual juicio.
El Caso Alcàsser es uno de los más complejos de la historia criminal en España. Consiste en el secuestro, tortura, violación y asesinato de tres adolescentes en Picassent (Valencia). Para facilitar la comprensión del caso, te ofrecemos está rápida cronología con los acontecimientos más destacados.
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