Nuevas informaciones en torno al caso de Anna y su padre, Tomás Gimeno, desaparecidos hace dos meses en aguas de Tenerife. Las últimas novedades sobre la búsqueda de ambos ponen de manifiesto lo complicado que será encontrar sus cuerpos en aguas del Atlántico. Cada día que pasa, Beatriz Zimmermann va perdiendo la esperanza de hallar el cadáver de su hija pequeña.
Así las cosas, las opciones reales de encontrar los cuerpos en el fondo del mar son cada vez "menores", según un experto. Así de contundente ha hablado José Cubeiro, el jefe del robot submarino Liropus 2000. Este dispositivo trabaja desde hace un mes en las labores de búsqueda del buque oceanográfico Ángeles Alvariño.
El jefe del equipo de expertos que controlan el robot submarino ha contado que siguen rastreando la zona que está señalando la Guardia Civil. A su vez, pone sobre la mesa que la situación es "compleja por la inmensidad del mar". Además, apunta que lucharán con todas sus fuerzas y continuarán con las arduas labores de búsqueda hasta que aguanten los medios técnicos.
"Recuperar un cuerpo sin ningún indicio de señales es muy difícil"
Los expertos en la materia desconfían "muchísimo" de que se pueda localizar a la pequeña Anna. Al salirse de la bolsa donde la metió su padre, "las posibilidades de recuperar un cuerpo de una niña tan pequeña y en el mar son muy difíciles. Recuperar un cuerpo sin ningún indicio de señales es muy, muy difícil", se lamentaba Cubeiro en las últimas horas.
Sobre las opciones de encontrar a Tomás Gimeno, el experto lo ve tan complicado como el posible hallazgo de su hija. El empresario tinerfeño se habría hundido en el mar con un cinturón de plomos de 8 kilos.
El jefe de equipo del buque afirma que son las posibilidades son remotas porque "nadie sabe exactamente dónde se puede localizar. La verdad es que es complejo", puntualiza.
Más de un mes de búsqueda a bordo del Ángeles Alvariño
Por otro lado, el Ángeles Alvariño sigue sumando días intentando dar con los cuerpos de Tomás y Anna. Los trabajos de búsqueda cumplen ya un mes desde que inició las labores de rastreo en aguas de Tenerife. Este largo trabajo en aguas del Atlántico ha provocado la suspensión de varios contratos que había firmados con el Liropus 2000.
Durante estas labores de búsqueda, el pasado 10 de junio, el robot submarino encontró el cuerpo sin vida de Olivia, la mayor de las dos hijas de Beatriz. Hay que destacar que este hallazgo se produjo a 1.000 metros de profundidad.
José Cubeiro rememora cómo vivieron los operarios ese momento tan desgarrador. "Todos lo pasamos mal en estas situaciones. Realmente, es una situación muy difícil, pero no queda otro remedio que hacerlo".
El Liropus 2000 lleva a cuestas más de 600 horas de trabajo entre 1.000 y 1.600 metros de profundidad y se ha insinuado que estaría al límite de su capacidad. Sobre ello, el jefe del equipo de expertos ha apuntado que el fondo del mar es "muy agresivo y la sal hace sus estragos". Además, recalca que el Liropus 2000 no ha hecho casi paradas de descanso, lo que genera que esté "al borde del colapso".
Hace una semana, Beatriz Zimmermann, la madre de las pequeñas, ha agradecido en una carta el duro trabajo que lleva ejecutando el citado buque desde hace más de cuatro semanas.
"Agradecemos esa carta y estamos bastante emocionados porque es una situación realmente inimaginable que puedan ocurrir estas cosas". Así se expresa Cubeiro, quien explica que han hecho todo lo posible para encontrar al empresario y a su hija pequeña.