Sara ha luchado durante semanas por su vida, pero su luz se apagó finalmente el pasado 1 de enero. Había ingresado en la UCI en estado muy grave tras someterse a una operación de cirugía estética. Sus familiares le despidieron ayer en Alcantarilla entre lágrimas de dolor y sentimientos de rabia e indignación.
La familia ha denunciado los hechos a la fiscalía porque entienden que Sara estuvo mal asesorada, y que pudo haber negligencias. Ahora el proceso judicial seguirá su curso mientras el luto se extiende entre sus padres, sus hermanos, su expareja y su hijo. Sara Gómez tenía sólo 39 años.
Sara pidió consejo a un amigo para hacerse una lipoescultura el pasado 9 de noviembre. Su amigo, un cirujano en el que confiaba, dio luz verde a la operación y alquiló un quirófano en el hospital Virgen de la Caridad. Durante la operación la cosa se torció y Sara acabó en la UCI con perforación y órganos afectados.
Funeral multitudinario
El acto religioso se celebró ayer en el tanatorio de San Roque en el municipio de Alcantarilla (Murcia). El funeral fue oficiado por el hermano de la fallecida, que es pastor evangelista, en presencia de los padres de Sara, Damián y Felisa, los hermanos y sus hijos. Un acto lleno de dolor por las circunstancias del suceso.
Al funeral acudió tanta gente que tuvo que trasladarse a la explanada del tanatorio por las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia. En el exterior se situó el féretro, cubierto por una gran fotografía de la víctima y un pingüino. Y es que a Sara sus allegados la llamaban cariñosamente ‘La Pingüina’.
En representación de la familia, Ezequiel Nicolás, expareja de Sara y padre de su hijo menor de 10 años, Izan, ha transmitido el dolor en el que se encuentran sus padres y sus hermanos: “totalmente rotos”. Según ha explicado, su muerte es “el desenlace que no queríamos tras mucho sufrimiento”.
'Ha sido un asesinato'
A pesar del desgarrador dolor por la pérdida de Sara, sus familiares hicieron un esfuerzo por recordarla “como era ella, muy alegre”. Ezequiel ha querido resaltar que la fallecida “luchó como una guerrera” y que lucharán hasta el final para que haya responsabilidades. “Esto ha sido un asesinato”, ha dicho alto y claro.
Los 29 días en los que Sara ha estado luchando por su vida han sido “una auténtica pesadilla” en la que se “pararon muchas vidas”. Son los días que van entre el 2 de diciembre, cuando Sara entró en el quirófano del Virgen de la Caridad, y el 1 de enero, cuando falleció en el hospital Santa Lucía.
“Ahora descansa en paz con su abuela y su tío. Está feliz donde está y ahora es nuestro ángel, que nos acompaña siempre”, añadió Ezequiel. Como portavoz de la familia, ha confirmado que no sabían nada sobre la operación porque Sara no se lo comentó. “No tuvimos la oportunidad de hablar con ella y nos duele mucho”.
No les contó lo de la operación
Creen que quizás de haberlo sabido la habrían podido convencer para que no lo hiciese. La familia de Sara defiende que, a la vista de su apariencia física, la joven no necesitaba esa operación y que estuvo mal asesorada. Por eso han presentado una denuncia en el juzgado de guardia de Murcia.
Familiares de Sara acusan de homicidio al cirujano que le practicó la lipoescultura. Aunque era una operación relativamente sencilla, Sara sufrió múltiples perforaciones y lesiones en riñones, hígado, duodeno, colon e intestino. Perdió líquidos y mucha sangre, lo cual hizo imposible estabilizarla y entró en estado crítico.
El cirujano en cuestión, cuya identidad no ha trascendido, asegura tener el título homologado y haber seguido hecho su trabajo con profesionalidad. Explica que la operación acabó con el resultado esperado, pero que la cosa se complicó en el postoperatorio. También lamenta ser víctima de un acoso.