Una embarazada, contraria a las vacunas, puso en serio riesgo a los profesionales de un hospital de Valencia. Acudió hace unas semanas al centro, al ponerse de parto, junto a un acompañante y un abogado. Al llevar un letrado quiso dejar clara su intención de defender el derecho a no llevar mascarilla en el interior del recinto.
Su comportamiento obligó activar el protocolo de seguridad contra el coronavirus. Para que la pudieran atender con un mínimo de seguridad fue preciso que los profesionales la asistieran con un EPI. Así lo confirmaron fuentes de la Consejería de Sanidad.
La embarazada, además, rechazó la posibilidad de hacerse una prueba PCR. Hubiese sido la manera más lógica de haber descartado cualquier tipo de infección. Debido a su actitud, desde el hospital La Fe le detallaron el protocolo que debían seguir.
Le dejaron claro que actuarían como si de una positiva se tratara. Debían poner todas las medidas de protección que tuvieran a su alcance para no poner en peligro sus vidas. De ahí que optaran por atenderle con EPI.
Trataron de convencer a la mujer de lo complicado que resultaría la intervención, pero en ningún momento cambió de opinión. Se intentaron evitar situaciones de tensión, así que se decantaron por aislar a la mujer en una habitación.
Consiguieron que el parto se desarrollara con total normalidad, pero siempre con el miedo de poder contagiarse en cualquier momento. Tuvieron que equiparse con el equipo de protección individual para no infectarse. Desconocían por completo si la embarazada estaba contagiada, y a ello se le unía que permanecía sin mascarilla.
Según informó Onda Cero, la mujer habría interpuesto una denuncia contra el hospital. Entendía que había sufrido un trato degradante. Desde la Consejería de Sanidad cuentan que a día de hoy no tienen constancia de ninguna reclamación.
El Gobierno regional confirmó todo lo ocurrido, y respaldó el trabajo de los profesionales. Se le explicó el protocolo que seguirían y se le atendió como si se tratara de una positiva.
Las embarazadas son un colectivo de riesgo por el COVID-19. Han sido numerosas las que han fallecido antes de dar a luz tras contagiarse y no contar con la vacuna. A finales de julio solamente el 10% de ellas estaban inmunizadas.
La mayoría de ellas suelen descartar la vacunación por las dudas que le generan estos fármacos y por las consecuencias sobre el bebé. Creen que puede afectar a la salud de sus hijos, pese a que las autoridades sanitarias recomiendan la inmunización.
Embarazadas que fallecen por no inmunizarse
Hace unos días se dio a conocer el fallecimiento de una embarazada en Sevilla. Fue en el Virgen del Rocío, donde la mujer, de 40 años, permaneció unos 40 días en la unidad de cuidados intensivos. No había sido vacunada e ingresó por coronavirus a comienzos de agosto, empeorando su estado con el paso de los días.
Recientemente había dado a luz a dos fetos que también murieron. En ese mismo sitio también perdió la vida otra embarazada, que no se encontraba inmunizada. Fue por un tromboembolismo pulmonar masivo, una de las consecuencias que está provocando la variante Delta.
Estuvo varios días en la UCI, pero pese a los esfuerzos de los médicos no pudieron salvarle la vida. En Gijón también se comunicó uno de los últimos fallecimientos de una embarazada.
En la ciudad asturiana la víctima fue una chica de 37 años. En su caso murió tras parir por cesárea. Había estado casi una semana en cuidados intensivos, y en vista de la gravedad de su salud decidieron actuar con inmediatez.
Optaron por practicarle una cesárea para salvar al bebé. La niña nació prematura, con un peso de 1,6 kilos. Ya se recupera favorablemente en el domicilio familiar.