Cristina Ramos y Leticia Rosino tenían la misma edad y habían crecido juntas en Tábara, una localidad de 700 habitantes en la provincia de Zamora. Sus vecinos lloran ahora la muerte de Cristina, madre de 35 años hallada sin vida el sábado, apenas tres años después del crimen que aún les tiene conmocionados. El de Leticia.
Sus familias guardan fotos de las dos juntas y recuerdan la gran amistad que compartían. «Eran íntimas amigas desde la infancia», explica Santiago Fresno, tío de Leticia, al diario zamorano La Opinión. Luego se distanciaron y cada uno tomó su camino, como pasa muchas veces, pero nunca perdieron ese vínculo especial que las unía. Se encontraban de vez en cuando, y formaban parte de la misma peña.
Por eso cuando Leticia fue brutalmente asesinada, algo cambió en su amiga de la infancia, Cristina. La tragedia también sobrecogió al pueblo de Tábara, que desde entonces vive sumido en el recuerdo de aquel crimen. La repentina muerte de la chica el pasado sábado es un nuevo golpe para todos. «En un pueblo pequeño que pasen esas cosas te deja muy tocado», reconoce uno de los vecinos tras el minuto de silencio.
La desgracia que ha separado para siempre a las dos amigas empezó la tarde del 3 de mayo de 2018 en Castrogonzalo, la localidad zamorana donde Leticia vivía con su novio David. Con 32 años y un futuro prometedor, la joven fue asaltada en un camino mientras paseaba. Su agresor, un adolescente de 16 años llamado Adrián, la violó y la mató.
En un primer momento, la Guardia Civil sospechó que el autor había sido el padre de Adrián pero fue este mismo quien finalmente confesó. Según dijo, aquella tarde estaba cuidando las cabras de su padre cuando vio a Leticia, fue a por ella y la sacó del camino tapándole la boca. La arrastró hacia un parque apartado y la dejó semiinconsciente golpeándole la cabeza con una piedra. Luego la violó, y para no ser descubierto acabó con su vida aplastándole la cabeza con una gran piedra.
Leticia, una pérdida irreparable para Tábara
Aquel fue un caso muy mediático porque reabrió el debate sobre la Ley del Menor. El asesino confeso, un adolescente problemático «frío y sin empatía», fue condenado a ocho años de cárcel de los cuales dos cumplió en un centro de menores. La irrisoria condena indignó a la opinión pública y motivó la creación de la Fundación Leticia Rosino para el endurecimiento de la Ley contra la Violencia de Género.
Pero además del revuelo social, la muerte de la joven dejó una profunda huella en el pueblo donde vivía, Castrogonzalo. Allí levantaron un auditorio municipal que fue bautizado por su nombre y que fue inaugurado en marzo de 2019 por el ex seleccionador de fútbol Vicente del Bosque. Y su pérdida se hizo sentir también en su villa natal, Tábara, donde la siguen recordando como una de las vecinas más queridas por su simpatía.
Poco después del crimen, vecinos de Tábara se desplazaron hasta Castrogonzalo para inaugurar una calle con su nombre. Tres años después de su muerte, nadie la ha olvidado y se han vuelto a reunir para mantener vivo su recuerdo. En sus palabras pervive aún el dolor y la rabia: «Una persona sin escrúpulos, un monstruo, un ser despreciable, una alimaña, un asesino se cruzó en tu camino y te quitó lo más valioso, la vida».
Cristina, otra muerte dolorosa para el pueblo
Con Leticia aún en el recuerdo, el pueblo se vio sacudido el pasado jueves por la extraña desaparición de Cristina. Cristina Ramos tenía 35 años, era madre de un niño de 11 y vivía en Montejos (León). Su padre contó que tenía una orden de alejamiento de su marido, ya que había sido sometida a malos tratos durante años.
Esa circunstancia hizo temer lo peor, y finalmente se confirmaron los peores presagios cuando una persona se encontró con su cadáver mientras paseaba. La mujer estaba cerca de las vías y con la cabeza destrozada, pero después de la investigación pertinente se descartó el asesinato. Cristina se había quitado la vida.
La situación personal de Cristina, como víctima de malos tratos, pudo influir en la trágica decisión de quitarse la vida. Nadie sabe ni sabrá nunca qué pasó por su mente antes de hacerlo, pero es posible que también tuviera algo que ver el inmenso dolor que sentía por el trágico final de su amiga Leticia. Al final, el destino ha unido a estas dos amigas del alma de la forma más triste, y ha dejado una huella de dolor imborrable en el pueblo que las vio crecer.