Con más del 75% de la población española vacunada con la pauta completa, se puede decir que el ritmo de vacunación va viento en popa. Más de 30 millones de españoles ya se encuentran inmunizados contra al coronavirus y el 78% ya ha recibido la primera dosis.
En general, los ciudadanos han respondido positivamente y se espera que el plan siga su curso con un total de vacunados muy elevado. Así lo confirmaba el Ministerio de Sanidad que ya prepara la tercera dosis para los inmunodeprimidos.
Sin embargo, se recomienda no bajar la guardia. Las actuales vacunas no evitan el contagio, pero sí que reducen el riesgo de sufrir una enfermedad grave. Los resultados han sido positivos y cada vez hay menos gente ingresada en la UCI.
El riesgo de contagio sigue existiendo y ya hay casos de gente infectada tras haber recibido la vacuna. Para frenar la cadena de contagios, es primordial identificar los síntomas que varían dependiendo si se ha recibido o no alguna de las fórmulas.
Los síntomas de COVID-19 en los vacunados
Desde el inicio de la pandemia, uno de los puntos a tener en cuenta es identificar aquellos síntomas que podrían señalar que hemos sido contagiados. Durante más de doce meses, estos síntomas han ido variando hasta tener un amplio abanico de todos ellos.
Sin embargo, la llegada de la vacuna ha propiciado que la sintomatología cambie. Es lo que mantienen los expertos tras comprobar cómo el cuadro clínico de los contagiados es diferente dependiendo de si se está o no vacunado.
Una vez que el virus entra en nuestro organismo, su evolución dependerá de si hemos sido inmunizados o no. Tener aunque solo sea una dosis de la vacuna, puede ayudar a que la enfermedad no llegue a agravarse. De ahí la importancia de vacunarse.
Según los científicos, los vacunados tienen otros síntomas que podría llegar a confundirse con un resfriado o una alergia. "La fiebre ya no es el síntoma más permanente, la pérdida del gusto y del olfato tampoco", afirma el inmunólogo Alfredo Corell.
Por contra, la tos, la fatiga, el dolor de cabeza, el dolor muscular o los mocos han sido los síntomas más recurrentes en personas vacunadas. Algunos también han experimentado dolor de garganta, unas pocas décimas de fiebre y estornudos.
"La gente puede pensar que está pasando solo un catarro estacional", explican. Por ello, aconsejan la realización de pruebas diagnósticas para dilucidar si estamos ante un catarro o ante el COVID-19.
Es posible reinfectarse tras pasar la enfermedad y estar también vacunado
No hay que bajar la guardia
Ni el hecho de que estemos vacunados ni que se haya pasado la enfermedad debe hacer que bajemos la guardia. Existen casos de personas que se contagiaron de coronavirus y meses después recibieron la vacuna. Con todo, terminaron volviendo a infectarse.
En la actualidad tenemos a nuestra disposición un amplio abanico de posibilidades de realizarnos un test de antígenos que deberíamos usar a la mínima sospecha. "Aunque estemos vacunados, si tenemos esos síntomas, hagámonos un test y no pensemos que es por un aire acondicionado o una mala corriente de aire".
"Sería recomendable que tengamos en casa un test de antígenos", aconsejan. "Si es positivo, reportarlo; y si es negativo, estar alerta por si es un falso negativo, si se siguen teniendo síntomas", explican los expertos.
Para mayor seguridad, se recuerda que lo más fiable es realizar el test de antígenos los primeros días de la infección. Concretamente desde el tercer día hasta el séptimo.
Como ya se sabe, las vacunas no son esterilizantes por lo que sigue existiendo un riesgo de contagio. No obstante, los científicos aseguran que "los vacunados se infectan un 50% menos y trasmiten la enfermedad un 50% menos".