Andreu Coll es un joven de 18 años que decidió poner fin a la vida de su padre imitando uno de sus videojuegos favoritos. El adolescente pidió ayuda a un amigo que conoció en internet para llevar a cabo el crimen y hacerse con el dinero de su progenitor.
Andreu decidió irse a vivir con su padre, Andreu Coll Bennàssar, a un pueblo de Mallorca tras la separación del matrimonio. Era el tercero de tres hermanos y su intención era opositar para policía. Sin embargo, terminó trabajando como asistente personal en la empresa de su padre.
Bennàssar intentó que su hijo no dejara los estudios y vio en Andreu al único heredero de su patrimonio valorado en 50 millones de euros. Una suculenta cifra que motivó a que el joven decidiera llevar a cabo su plan.
"Una máquina de matar"
Corría el año 2010 cuando Coll quiso irse a vivir con su padre a Alaró, un municipio de Mallorca. Su progenitor era dueño de una empresa de máquinas tragaperras, de una inmobiliaria y de un centenar de propiedades repartidas por toda España.
Andreu quería vivir mejor y su madre "no tenía tanto dinero", le contó a su padre que no le compraba ropa y que le obligaba a usar la de sus hermanos mayores. Bennàssar no tenía una buena relación con su exmujer ni con el resto de sus hijos y decidió desheredarlos. El pequeño de la familia se convertiría así en el heredero de todos sus bienes.
Dos años antes del asesinato del empresario, el adolescente conoció a Francisco Abas en el videojuego Call of duty. Coll se escondía bajo el nombre de 'TactivoMen' y se describía como una auténtica "máquina de matar". Ambos jugaban juntos durante horas a juegos violentos convirtiéndose en un equipo y hablando por Internet.
El mallorquín era un chico solitario sin amigos y encontró en Abas a alguien con quien compartir los mismos gustos. Por su parte, Francisco sentía tracción por Coll hasta el punto de llegar a declararse. "Le dije que estaba enamorado de él, pero me contestó que le gustaban las chicas", recoge el periódico Levante.
Aunque era un amor no correspondido, la amistad no se vio afectada y continuaron viéndose en persona y compartiendo confidencias. Fue entonces cuando Coll le confesó que quería "hacerle algo" a su padre. Se ponía en marcha un plan para acabar con la vida de su progenitor.
Un primer intento fallido
Vivirían juntos "como amigos", esta fue la promesa que el mallorquín le hizo a Abas para convencerle de que le ayudara en el crimen. Días antes del asesinato, Francisco viajó de Zaragoza a Mallorca para pasar unos días con Andreu.
Una noche, le ofrecieron al empresario un bizcocho plagado de somníferos. Cuando se durmió, entraron en su habitación donde Abas le golpeó con un bate, mientras Coll le alumbraba con una linterna. Pero Bennàssar se despertó y estos huyeron.
La conmoción del momento no le permitió distinguir a su agresor y pensó que alguien se había colado en su casa. Alertado por la seguridad de los dos chicos, les avisó y estos le dijeron que lo había soñado.
Sin embargo, el padre comenzó a sospechar y así se lo comentó a su hermana. "A lo mejor se les han cruzado los cables y me quieren hacer una putada", contó. "Como tienen un palo allí en la cama que a veces juegan con él", señaló, dejándola preocupada.
El joven mata a su padre imitando un videojuego
Tras el primer intento fallido, el segundo no tardaría en llegar. Fue al día siguiente cuando Andreu asesinaría a su padre imitando uno de sus videojuegos favoritos.
Era la una de la madrugada cuando el empresario llegó a su casa. Allí, su hijo le pidió que subiera a su habitación para enseñarle una cosa en el móvil. Una vez dentro, Abas se situó a su espalda y le propinó un golpe con un bate con clavos de 10 centímetros.
Un arma que el propio hijo de la víctima había creado simulando la que usaba en el videojuego Dead Rising 2. Tras el primer impacto, continuaron propinándole golpes con el bate, hasta un total de 40.
Esperaron hasta que el empresario dejó de respirar, limpiaron el cadáver y le cambiaron de ropa. Seguidamente le robaron el reloj y un maletín con dinero para simular un robo y arrastraron el cuerpo hasta el coche.
Horas más tarde, dos vecinos lo encontraron a 15 kilómetros de Alaró. Un testigo declaró que había visto a los dos jóvenes regresar a casa sobre las cuatro de la madrugada. Lo que hizo saltar las alarmas.
Tenían pensado repartirse la herencia
Solo tres días después del crimen, Coll le confesó a Abas las ganas que tenía de saber el dinero que le correspondía. Una conversación que fue escuchada por la Guardia Civil donde dejaba clara la implicación de ambos en el asesinato.
"No hables de esto aquí, Fran", le advirtió Andreu. Cuando fueron detenidos, los dos jóvenes confesaron el crimen aludiendo al "maltrato psicológico" del que era víctima Coll. "Andreu discutía mucho con su padre, no eran humillaciones, pero si Andreu se iba de casa, su padre le quitaría todo" contó Abas, "la única solución era matarlo", confesó.
Actualmente, tanto Andreu como Abas permanecen en prisión. Fueron condenados a 17 años y medio y 16 años y medio, respectivamente. Coll fue descrito por el forense como una persona "fría e inteligente, con carácter dominante".
Según los informes psiquiátricos, ninguno de los dos sufría alucinaciones por el consumo excesivo de videojuegos. Ambos fueron plenamente conscientes de lo que querían hacer y cómo debían hacerlo.