Se cumplen 20 años de la desaparición de Ana Eva Guasch Melis en Palma de Mallorca. Fue un 20 de octubre de 2001 cuando esta joven desapareció sin dejar rastro. Tenía solo 27 años y trabajaba en el colegio Santa Mónica de Palma como profesora de inglés.
Nadie se podía imaginar que la misma noche en la que salió a tomar algo con sus amigas, sería la última que compartirían con ella. La policía sigue sin saber qué le ocurrió a Ana Eva ni a quién abrió la puerta esa fatídica noche.
Una visita inesperada que se produjo a muy altas horas de la madrugada y que provocó la desaparición de la joven. A día de hoy se sigue sin esclarecer lo ocurrido y el único sospechoso está en libertad.
Ana Eva conocía a su agresor
Eran las 5:30 cuando Ana Eva regresaba a su domicilio en la calle Aragón, aquel 20 de octubre, donde vivía sola. Había pasado la noche de fiesta con sus amigas y era hora de regresar a casa para descansar. Sin embargo, alguien llamó a la puerta y la joven desapareció.
Al día siguiente, sus amigas acudieron a su casa para tomar café, pero nadie les abría la puerta ni contestaba a las llamadas. Su coche se encontraba aparcado fuera, y no tenía signos de haber sido forzado, el interior estaba intacto.
Una vez denunciada su desaparición, se comenzó a realizar su búsqueda. Se colgaron carteles por la calle describiendo el aspecto de Ana Eva así como la ropa que llevaba el día de su desaparición.
Durante la investigación en su domicilio, la policía se percató que faltaban tres cosas: la colcha, una lámpara de noche y su ordenador. La puerta no había sido forzada, lo que indicaba que Ana Eva la abrió y dejó pasar a su agresor. Estaba claro que lo conocía.
El principal sospechoso
La desaparición de Ana Eva ha sido una de las más complicadas en Palma de Mallorca, su búsqueda fue exhaustiva, pero no dio frutos. Sin embargo, hay quien señala que las primeras semanas de investigación fueron desastrosas.
En un primer momento se consideró su desaparición como voluntaria, perdiéndose días clave para encontrarla. Quien la conocía la describía como una persona feliz con un trabajo gratificante que atravesaba por un buen momento.
Hacía un año que vivía sola de alquiler y había roto con su anterior novio hacía tiempo. Comenzó una relación sentimental con un chico argentino al que pocas de sus amigas conocían. Se llamaba Rodrigo y, con el paso del tiempo, se convirtió en el principal sospechoso de su desaparición.
El argentino fue detenido hasta en dos ocasiones, pero en ningún momento mostró signos de debilidad. Se caracterizaba por ser frío y calculador y no pudieron relacionarle con la desaparición de Ana Eva.
El Grupo de Homicidios tenía claro que Rodrigo era el culpable de lo que fuera que le hubiera pasado a la joven. Fue él quien dijo haber encontrado un trozo de una tarjeta con la que, supuestamente, alguien había accedido a la casa durante la noche.
Sin embargo, esa prueba no estaba cuando la policía registró el domicilio con detenimiento. Decidieron rastrear la tarjeta para conocer su origen y descubrieron que pertenecía a un videoclub argentino ubicado en la ciudad del sospechoso.
El novio sigue en libertad
La intención de Rodrigo era despistar a la policía con la idea de que un intruso había entrado en la casa mientras Ana Eva dormía. No obstante, no contó con el rastreo de los investigadores que le señalarían directamente a él.
La policía no pudo hacer nada más, no había indicios firmes que señalaran a Rodrigo como el culpable. Este quedó libre y se marchó de nuevo a Argentina. La familia de Ana Eva luchó para que el caso no se cerrara y se hizo una manifestación multitudinaria.
Todos esperan que las nuevas tecnologías y los equipos profesionales actuales puedan dar con el paradero de la joven desaparecida hace 20 años.