En las últimas horas, la lacra que suponen los abusos infantiles ha vuelto a salir a la luz con el duro testimonio de Sofía Cristo. Ella ha sido la última de muchos otros famosos que han querido visibilizar lo que sufrieron siendo unos niños. Pero también hay muchas personas valientes y anónimas como Alba que no ha dudado en contar que sufrió abusos por parte de su abuelo.
Esta joven de 28 años ha relatado el auténtico calvario que vivió entre los 3 y los 8 años en Yasss. Ha querido hacerse escuchar sabiendo que ella es una más del entre 10 y 20% de españoles que han sufrido abuso infantil. Y eso que, como recoge un informe de Save the children, solo se denuncian el 15% de los casos y solo 3 de cada 7 acaban en condena.
Según recuerda Alba, la primera vez que su abuelo paterno abusó de ella apenas contaba con 3 años. Los abusos fueron continuados hasta que cumplió los ocho años. Fue entonces cuando el anciano empezó a tener alzheimer y fue ingresado en una residencia.
Igualmente, ella ahora confirma que pese a que sabía que no era normal, siendo tan pequeña no le daba la importancia que requería. “Lo vives como si estuvieses desde fuera. Eres muy pequeña, pero sabes que eso no está bien y de alguna manera intentas evadirte, no pensar en eso. Yo a día de hoy tengo muchas lagunas de memoria de aquella etapa, pero sé perfectamente lo que pasó”, explicaba.
La muerte de su abuelo fue un auténtico alivio
Además, explica como que la enfermedad lo alejará de su abuelo fue una gran alegría: “Cuando mi abuelo fue ingresado, yo sentí alivio". Y explica que se negaba a "ir a verle a la residencia y me ponía mala de la tripa o con fiebre".
Pero es que cada vez esa sensación de no querer saber nada de él fue aumentando, pese a la insistencia de sus padres en que lo viera. “Y cada vez le fui viendo menos. Una vez a la semana y ya, y era el peor día. Mis padres me obligaban a darle dos besos y yo solo quería morirme o que él se muriera cuanto antes”, seguía diciendo.
La muerte de su abusador llegó cuando ella tenía 12 años. Entonces, vivió un verdadero punto y a parte en su vida. “Para mí su muerte fue un respiro, un alivio y el saber que no tendría que verle la cara nunca más”, afirmaba.
Pasó una larga terapia con psicólogos siendo ya mayor de edad
Pese a todo, todavía tardó cuatro años en explicar la verdad sus padres. Y se encontró con una respuesta que no hubiera deseado: “Me dijeron que si quería llamar la atención, que cómo decía eso, sobre todo mi padre. Mi madre llegó a creerme, pero me dijo que por qué sacaba eso ahora que estaba muerto, que diciéndolo solo le hacía daño a mi padre. La culpa recayó sobre mí. Nadie me dijo que lo que él me había hecho estaba mal”.
Cuando ya era mayor de edad, con 21 años, vio totalmente necesario ir a terapia. Los abusos le habían provocado muchos problemas psicológicos pero también para establecer amistades y relaciones con hombres. Y confirma que necesito un tiempo para confesarlo todo: “Me costó mucho contar los abusos. Tardé no sé si 5 meses. Y cuando lo hice fue liberador”.
Ella necesitó unos 3 años para que su psicólogo le diera el alta. Y envía un mensaje a otras víctimas: "Habrá quienes no te crean, quienes no te entiendan, quienes piensen que es un recuerdo distorsionado, quienes te pregunten por morbo, quienes te juzguen, quienes no quieran acostarse contigo ni tener algo serio porque creen que estás rota. Pero te aseguro que habrá muchas más personas que te apoyarán, que querrán escucharte de verdad y que con amor curarán las heridas que el abuso deja en ti".