Nagore Robles, que hace unos días contaba que la habían 'sacado del armario' a la fuerza, ha realizado otra confesión a sus seguidores. Les ha dado a conocer que no atraviesa un buen momento y es que tiene un problema de salud. De ahí que su chica, Sandra Barneda, esté preocupada y pendiente de ella en todo momento.
Ha desvelado que tiene afectada una rodilla, que le provoca dolores y cojera. Y, al mismo tiempo, ha acabado afirmando que los resultados de las pruebas médicas no han sido los esperados.
Nagore confiesa que está de bajón por su problema de salud
Nagore Robles es muy activa en redes sociales y precisamente ha usado estas para sincerarse con sus fans. Les ha contado que sufre un problema de salud en la rodilla. Y también que está “bastante embajonada por los resultados de la resonancia que llevaba días esperando”.
A esto ha añadido: “Mi rodilla tiene una complicación con la que no contábamos”.
Esta circunstancia la tiene triste y preocupada por la lesión en sí. Es más, ha reconocido que está “enfadada con el mundo”, entre otras cosas porque lleva un mes y medio sin poder hacer deporte. Y es que “para una deportista como yo, esto es una faena enorme”.
“Parece que el destino me tenía preparada una parada, precisamente cuando más quería correr. Mi ritmo diario lleno de trabajo, llamadas, reuniones, emails, wasaps, grabaciones, ediciones...hace que me ponga nerviosa con mucha facilidad. Así que aprendí desde pequeña a evadirme y meditar haciendo ejercicio”.
A esto ha añadido: “Destenso haciendo una horita de deporte y os aseguro que nada me sienta igual de bien o casi nada”.
Nagore tiene un apoyo importante, además de Sandra Barneda
Además de en su novia, su madre o su hermana, Robles ha encontrado un apoyo más en este complicado trance: su padre. A este ha ido a visitarlo estos pasados días y ha decidido compartir los momentos que han vivido.
En concreto, ha explicado: “Le digo que mi rodilla tiene una complicación. Su primera respuesta fue «Pues chavala, esto es una avería muy gorda»”.
Unas palabras a las que ella respondió diciendo: “Gracias por animarme, aita, pero prefiero hablar estas cosas con un profesional. Si te parece vamos a distraernos con otras este fin de semana”.
Asimismo, ha reconocido que aquel “estaba preocupado. Llevaba días viéndome cojear mientras yo intentaba disimular el dolor al andar, pero su forma de transmitirlo fue aquella. Por supuesto, su respuesta no es lo que quería escuchar, pero él no sabía cuál era mi necesidad”.
“Nadie sabe cuál es nuestra necesidad, a veces ni yo misma me entiendo”.
En este punto, ha dejado de manifiesto que se sintió molesta por el comentario de su progenitor e incluso por algún comportamiento. Ha expuesto: “Cuando bajé a la playa pensé que con el poco tiempo que veo a mi padre no entendía cómo no bajaba conmigo”.
“Él prefería limpiar la casa por segunda vez y hacer una maldita tortilla en vez de estar juntos. Tomaba el sol cabreada con él, con la tortilla, con mi rodilla, con la vida. Me metí en el mar y mientras me bañaba visualicé a mi padre”.
Palabras a las que ha añadido que luego pensó las cosas y comprendió a aquel.
Ha dicho: “Le visualicé comprando mi cerveza favorita, aguacates, mi pan para desayunar y haciendo la tortilla durante dos horas, despacio. Comprendí que mi padre me estaba queriendo y cuidando a su manera, como él sabe, como ha aprendido. Estoy aprendiendo a comunicarme con él y, sobre todo, a aceptarle”.
“No es fácil, os lo aseguro, pero estoy segura de que el intento merecerá la pena. Aún estoy a tiempo de crear nuevos recuerdos juntos, los dos estamos disfrutando poco a poco del tiempo juntos. Nunca es tarde para aprender a querer”.