La herencia de Rocío Jurado sigue siendo motivo de discordia en medio de su familia, a pesar de que Rocío Carrasco fue nombrada heredera universal de todos sus bienes.
Eso, mientras el resto de sus familiares, incluidos sus hermanos, Gloria Camila y José Fernando, salían perjudicados.
Sin embargo, 'la más grande; no quiso dejar desprotegidos a ninguno de sus hijos, sabiendo que Ortega Cano se haría cargo de los pequeños.
"Estaba feliz por esa adopción y declaraba que ella no hacía distingo aunque luego en la herencia sí, por motivos prácticos", explicaban al respecto.
"Sus otros dos hijos tenían a un padre, Ortega Cano, con un buen patrimonio que sabían que lo iban a heredar ellos".
Por el contrario, sabía que Rociíto quedaba huérfana de padre y madre, ya que también había perdido a su padre, Pedro Carrasco.
Además "lo que había recibido Rocío del boxeador no era tanto ni parecido", por eso la cantante "quiso ser ecuánime en cuestión económica, no sentimental".
Así decidía dividir La Jurado ese gran patrimonio que se tasaba entonces en 7 millones de euros, y correspondiente a toda una vida de trabajo.
También innumerables bienes inmobiliarios repartidos entre Madrid, su Chipiona natal y Miami, importantes joyas y su inagotable legado artístico, nueve películas y 27 discos. Eso, sin contar con que 'la más grande' dejaba una serie de documentos inéditos y manuscritos.
Por otro lado, 'la más grande' dejaba estipulados ciertos detalles como la venta de su casa de Montealto, en la que vivió y pasó sus últimos días.
Así, manifestaba entre sus últimos deseos que dicha propiedad debía ser vendida dos años después de su desaparición.
Y las ganancias de dicha transacción económica debían ser repartidas en cuatro partes: dos para Rocío Carrasco, una para Gloria Camila y una para su hijo menor, José Fernando.
En dicha casa, construida sobre una parcela de 2.750 metros, la artista y su familia disponían de dos plantas y un sótano donde instaló un gran tablao flamenco.
El motivo por el que Rocío Jurado deja sin herencia a sus nietos
La Jurado vivía en la planta baja donde tenía un gran despacho para recibir al personal de prensa, mientras que el segundo piso se le otorgó a su hija Rocío.
Carrasco se mudaba junto con Antonio David a la planta alta de su mansión que era una especie de apartamento con todos los lujos.
En ese momento, Carrasco estaba embarazada de su primera hija, motivo por el que su madre quería tenerla cerca, para ayudarla en lo que hiciese falta.
Además de controlar muy de cerca al que fuese su yerno, en el que no terminaba de confiar. Lamentablemente, y a pesar del gran amor que sentía por sus nietos, La Jurado tomaba la drástica decisión de no dejarles nada.
Tal y como explicaba la propia Rociíto en su docuserie, su madre tenía un importante motivo para no hacerlo.
"Porque era su voluntad, así se llama acto de últimas voluntades y ella considera que no debe de dejárselo. Rocío Flores por no tener de su abuela no tiene ni a la que parió su abuela y no lo tiene porque lo ha decidido ella", sentenciaba.
Y es que justo coincidiendo con el triste fallecimiento de la artista, también empezaba a ver el grave cambio de actitud en su hija.
"Tras la muerte de mi madre empiezo a ver esos cambios en Rocío, en el colegio, en su actitud, cambio para conmigo, solo para conmigo, porque con Fidel tiene una relación maravillosa, pero de momento eran cosas suaves".
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Así, dejaba entrever que si 'la más grande' no quiso dejarles nada a sus nietos, pudo tener mucho que ver con su miedo de que el dinero terminase en manos de Antonio David.
"Una niña de 9 años que tiene una mala contestación, que le dices 'escúchame, así no se habla' y ya está".
"Pasa el tiempo y me doy cuenta que no estoy bien anímicamente y no por la muerte de mi madre. Me doy cuenta de que me pasan cosas antinatura. El ser se aprovecha la muerte de mi madre para seguir cargando, poniéndome de mala madre y decir cualquier cosa que le dé la gana".