Algunos podrán llamarlo agorero, pero Tomás Pueyo fue uno de los primeros que vio venir el coronavirus en España. Un año después de sus advertencias, el ingeniero afincado en Silicon Valley (Estados Unidos) no es tan optimista como otros y lanza un nuevo aviso: «Es imposible volver atrás, hemos compartido una experiencia que nos ha cambiado».
El 10 de marzo de 2020, cuando los españoles vivíamos aún en una relativa calma ajenos a lo que se nos venía encima, Tomás lanzó una seria advertencia: «El coronavirus está yendo hacia ti. La única manera de prevenir esto es el aislamiento social hoy, no mañana». Muchos lo tomaron por loco, pero cuatro días después Pedro Sánchez decretó el primer estado de alarma y se desató una oleada con miles de muertos.
Un mes después, en medio de un severo confinamiento y con la incertidumbre de cuándo podríamos salir, Tomás volvió a ser extremadamente pesimista. «Nos cuesta aceptar que la vida nunca será la misma», declaró en El Mundo, el mismo periódico en el que ahora deja claro que «es imposible volver atrás» por todo lo que hemos vivido este último año.
Tomás Pueyo es experto en psicología del comportamiento humano y atrajo la atención de millones de personas con una curiosa teoría «del martillo y la danza». A través de una metáfora donde el martillo eran las restricciones y la danza el control del virus a largo plazo, reclamaba medidas duras e inmediatas para atacar el coronavirus y permitir afrontar un control de la pandemia en una mejor situación.
Su primer artículo fue leído por 60 millones de personas en 40 idiomas diferentes, y a raíz de eso se convirtió en una fuente autorizada en la cuestión. Un año después, y haciendo balance de sus previsiones, Tomás Pueyo lo tiene claro: «Solía decir que era pesimista a corto plazo y optimista a medio plazo. Ahora soy pesimista a corto, medio y largo plazo cuando se trata de gobiernos».
Tras un año de pandemia, asegura que la única lección que ha sacado es el fracaso de los gobiernos occidentales en la gestión de la pandemia. Este experto creía que las decisiones estaban razonadas, pero «ahora está claro que no». Y se hace una pregunta: «Cuando un solo individuo puede proponer una gestión de la pandemia en cuestión de días, y esta gestión queda demostrada por otros países, ¿cómo se puede justificar que la mayoría de los países occidentales hayan fallado a la hora de aplicar esa gestión».
Convencido de que su teoría era acertada
Su teoría es que los gobiernos en general aplicaron correctamente la fase del martillo (confinamientos estrictos) pero fallaron en la fase de la danza, con una apertura demasiado rápido que llevó a rebrotes y nuevas oleadas. La paradoja en este caso es que los gobiernos fallaron en la fase que es más fácil de aplicar y, en cambio, se volvieron «adictos al martillo, así que veían clavos por todas partes. ¿Nuevo brote? ¡Martillazo!».
En el trasfondo de todo eso está la capacidad de adaptación a la nueva situación y de recuperación de la antigua normalidad. El problema, en opinión del experto, es que ha sido un cambio demasiado brusco para una especie, los seres humanos, tan poco acostumbrados a una velocidad tan salvaje. Por eso nos cuesta tanto intuir qué pasará, asegura, y corremos el riesgo de ir al otro extremo: pensar que sabemos más de lo que realmente sabemos.
Tomás está convencido de que su teoría era acertada, y se pregunta qué hacer cuando un gobierno o el epidemiólogo de turno falla, y en cambio un ciudadano de a pié da con la tecla. «En estas circunstancias, ¿tenemos que confiar en la opinión de los expertos, o a quién tenemos que creer?», plantea.
Cree que esta es una de las razones por las que triunfan las teorías negacionistas. Pero por otro lado, recuerda que «cuanta más confianza ha habido de la ciudadanía a sus gobierno, mejor ha ido», y pone como ejemplos Singapur o Islandia. «No vemos el virus, lo olemos, lo sentimos», asegura, «cuando nos infecta la mayoría del tiempo no nos damos cuenta. Si nos damos cuenta, apenas lo sufrimos. Solo unos pocos lo sufren, y cuando lo hacen, no son visibles. Desaparecen en los hospitales, se les pone boca abajo y respiran hasta que no respiran. Es un virus perfecto para las conspiraciones».
Firme defensor del pasaporte Covid
Pueyo también critica el discurso de la libertad individual, que considera «una estupidez». En su opinión, «la libertad individual es un valor de muchos, porque si hay libertad individual de no seguir las medidas anti-covid, habrá una nueva ola y acabaremos todos encerrados de nuevo, reduciendo la libertad individual todavía más».
Es un debate parecido al de la discriminación por el pasaporte Covid. Pueyo es partidario de priorizar a unos turistas frente a otros para reactivar los viajes y la movilidad. «¿No es discriminatorio que solo los españoles puedan venir a España?», pregunta, «¿Qué habríamos preferido, discriminacfión a favor de los más ricos salvando la economía o que haya discriminación y que se vayan los negocios al garete?».
Pueyo es un firme defensor del pasaporte Covid y cree que si aún no ha llegado tu turno para vacunarte «tiene lógica que tengas que esperar». Y si no te las puesto porque no quieres, «es tu elección, pero eres un coste para la sociedad en términos de peligro de salud y económico».
Tiene claro que el objetivo último es que el mundo vuelva a funcionar como antes. Pero cree que ya no hay marcha atrás, y que ya nada volverá a ser como antes: «¿Acaso volveremos a la oficina enfermos? ¿No llevaremos mascarilla cuando tengamos síntomas? ¿No vamos a tener mucho más teletrabajo? ¿Vamos a mirar con la misma soberbia a los gobiernos asiáticos?».