La muerte de cuatro mujeres en seis meses, todas ellas asesinadas en una misma zona geográfica y de la misma forma, ha desatado el pánico entre los vecinos. El hecho de que todas hayan sido estranguladas y arrojadas en una acequia o en un lugar apartado hace pensar en la posible existencia de un depredador. De un asesino en serie.
La última fue Johana, una mujer colombiana de 41 años hallada muerta el pasado jueves en Burriana. Su cadáver apareció en una zona de huertos de El Clot, y la autopsia confirmó que había muerto estrangulada. Igual que Alicia, Florina y Olga, tres mujeres asesinadas en la Comunidad Valenciana, las tres estranguladas y arrojadas a una acequia.
Tras el último suceso, las redes sociales empezaron a difundir todo tipo de informaciones sobre la supuesta presencia de un asesino en serie en España. Entre ellas se mezclaba información veraz con noticias falsas que circularon rápidamente y que aumentaron la intranquilidad en un lugar apacible trastornado por el trágico asesinato.
Muchas de esas informaciones conectaban la muerte de Johana con las demás mujeres, e incluso se difundió la imagen de un presunto asesino en serie que las autoridades salieron a desmentir. La policía sostiene que no existe una conexión aparente entre las muertes y pide evitar «la creación de un clima de alarma social precipitado y temerario».
La investigación sobre la muerte de esta última mujer sigue en marcha y están abiertas todas las hipótesis. Pero el hecho de que no exista un móvil aparente no deja de aumentar la sensación de inseguridad. Además de las coincidencias entre los casos, hay que recordar que la primera víctima murió en Elche, la segunda en Silla (cerca de Valencia), la tercera en Massarrojos, también cerca de Valencia, y la cuarta en Burriana (Castellón). Entre Elche y Burriana, los dos puntos más alejados, hay 2 horas y media en coche.
Cuatro crímenes sin resolver
La situación ya generó inquietud tras la aparición de un tercer cadáver, el de una mujer de 43 años, a principios de abril. Pero la confirmación de un nuevo crimen con tan poco tiempo de diferencia ha sacudido a los vecinos y ha desatado todos los temores. La policía no ve una conexión aparente entre los cuatro casos, y los sigue investigando por separado.
Pero ninguno de los cuatro crímenes está resuelto, y sus similitudes llaman la atención. En noviembre de 2020, Alicia, una funcionaria de 43 años, fue asaltada por la espalda, estrangulada y arrojada a una acequia, a pocos metros de su casa. En enero fue Florina, una joven rumana que se dedicaba a la prostitución: también fue ahogada con las manos y arrojada a un canal. A principios de abril desapareció Olga, y fue hallada tres días después en una acequia con signos de estrangulamiento. En el caso de Alicia, Olga y Johana, la investigación se centra en el entorno más cercano, aunque de momento sin resultados.
El caso de Florina es diferente, porque al dedicarse a la prostitución en la carretera, desde el primer momento se temió que hubiera sido un cliente. En esta ocasión existe una pista más fiable, la del último coche en el que subió la joven. Pero de momento no se ha podido identificar, y la policía cree que podría haber abandonado España.
En el caso de Alicia hay pocas pistas. La investigación sigue en marcha, pero lo único que tienen claro los agentes es que la víctima no conocía al agresor, y que fue escogida al azar. En el caso de Olga, las primeras informaciones apuntaban a unas supuestas amenazas de mujeres del pueblo, pero tampoco se confirmó ese extremo y la policía se centra en los últimos mensajes mandados desde su teléfono.
Los vecinos tienen miedo
Del caso de Johana aún no ha trascendido nada, pero en el lugar donde apareció muerta la noticia ha corrido como la pólvora. Se trata de un paraje natural muy concurrido, donde la gente suele ir a pasear, a sacar el perro o a practicar deporte. A muchos de ellos, el camino siempre les había dado mala espina, y ahora temen ir solos a realizar actividades.
Burriana, un lugar tranquilo donde nunca suele suceder nada, se ha visto sacudido por un hecho inusual. Esto ha provocado una gran intranquilidad entre los vecinos, que ven el camino viejo como una zona apartada, rodeada de naranjos, que puede ser el lugar ideal para cometer todo tipo de crímenes y delitos.
En declaraciones al diario Levante-EMV; una pareja de hermanos que suelen ir a pasear con su mascota afirman sentirse tranquilos porque «lo importante es no creerse todo lo que dicen por ahí, y dejar que la Guardia Civil efectúe las investigaciones».