El hallazgo del cuerpo de Olivia en alta mar fue el hecho definitivo que confirmaba que Tomás Gimeno mató a sus hijas. La Guardia Civil estuvo un tiempo barajando la posibilidad de que se las pudiera haber llevado fuera de España. Pero con el paso de los días se fueron centrando en la hipótesis de un asesinato y en el lanzamiento de los cuerpos al mar.
Este sábado se daba a conocer el auto de la magistrada que ha llevado el caso. La jueza Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 3 de Güímar tiene claro que se trata de un asesinato «premeditado», no cómo pensaban los investigadores. Dice que nunca quiso substraerlas, sino «provocar un inhumano dolor a su ex-pareja».
El texto explica que «buscó dejar en la incertidumbre acerca del destino que habrían sufrido sus hijas al ocultar sus cuerpos, tras darles muerte». Es por eso que escogió «lugares alejados de la costa y profundos, donde pensaba que nunca serían encontradas».
La teoría que defiende la magistrada es que las niñas fueron asesinadas en la finca de Candelaria. Tras matarlas, las habría envuelto en toallas para después meterlas en bolsa de basura. A su vez, estas las introdujo en bolsas de deporte que arrojó al mar con una cadena, un cabo y un ancla.
Todos los hechos de la tarde donde mató a sus hijas
El auto judicial hace una descripción exhaustiva de la tarde en la que se produjo el crimen. Tomás tenía que recoger a sus hijas a las 17.00 horas y devolverlas a las 21.00. Lo primero que hizo fue llevar a Olivia a clases de alemán.
En ese momento entregó a su pareja, la directora del centro, un estuche cerrado con cinta de embalar. Le dijo que lo abriera a las 23 horas. Ella no le hizo caso y lo abrió a las 17.20 y descubrió 6.200 euros.
Después de la lección de idiomas, dejó a Anna en casa de sus padres y a Olivia en clases de tenis hasta las 18.30. Varios testigos lo vieron en el club de la niña. Eran las 17.50 cuando iba al pantalán del puerto de Tenerife a probar el motor de su lancha.
Se marchó de allí a las seis de la tarde. Después recogió a Olivia y fueron a casa de sus padres donde estuvieron él y las dos pequeñas hasta poco antes de las 19.30. 15 minutos después llegaba a su casa y sería en ese momento cuando cometió el crimen.
A las 21.05 horas, fue a casa de sus padres se supone que con el cuerpo de las niñas en las bolsas dentro del maletero. Dejó a escondidas a su perro, dos tarjetas de crédito con sus claves y dos juegos de llaves de un Alfa Romeo.
Entre las 21 y las 22.30, Beatriz llamó tres veces a Tomás. Una de ellas se produjo ya desde el Puerto de la Guardia Civil y con un agente interviniendo. En la primera llamada le dijo que se las llevaba a cenar, pero en las otras ya afirmó que se llevaría lejos a sus hijas.
El momento en que Tomás lanza a sus hijas al mar
En el transcurso de estas llamadas Tomás Gimeno fue al puerto, donde fue grabado por las cámaras. A las 21.40, zarpaba por primera vez una vez había cargado los diversos bultos que llevaba en el coche. Serían las 22.30 cuando habría hundido en el fondo del agua a las niñas.
Hizo otra llamada a las 22.44 a Beatriz donde le decía que no podía permitir que sus hijas vivieran sin padre. A las 23.15 es cuando se cruza con una lancha de la Guardia Civil que lo multa por saltarse el toque de queda.
15 minutos antes de la media noche va a una gasolinera y compra un cargador de móvil, agua y cigarrillos. A las 00.00 horas vuelve al puerto y vuelve a zarpar a las 00.27.
Tomás realizó dos llamadas más a Beatriz. A las 01.28 horas, ella le dice que necesitaran a su madre y él le contesta que estarán bien con él, ya que tienen dinero para vivir bien. Eran las 02.11 cuando se despide finalmente de la madre de sus hijos.
A partir de ahí envió más mensajes diciendo adiós a sus amigos y dejándoles sus pertenencias. También le dijo a su padre lo que lo quería, pero que necesitaba esto y que por fin estaría bien y como quería. El último se recibió a las 2.27 horas.