«Te voy a dar en donde más te duele». La amenaza de Tomás Gimeno a su expareja, Beatriz, convirtió a sus dos hijas, Anna y Olivia, en claras víctimas de la violencia machista.
Estamos hablando de filicidios por venganza y de violencia vicaria. Tamara de la Rosa e Ismael Pérez explican en el diario 'La Provincia' cómo son este tipo de comportamientos en las personas.
Pérez, psicólogo forense y vocal del consejo general de Colegios de Psicología, lo explica con claridad. «La violencia vicaria trata de hacer daño a los hijos para hacérselo a la vez a las madres, y a las mujeres, tras el causado a los menores. Es una violencia que se ejerce para lastimar con saña a la otra persona y en el caso de Tomás, a la expareja».
«La deshumanización de las personas más vulnerables para convertirlas en objetos»
«Aquí, se trata de las hijas, pero también se puede ejercer violencia vicaria sobre otras personas próximas a la víctima. Pueden ser mascotas, objetos, ropa, propiedades o pertenencias a las que la mujer maltratada tiene apego y cariño. El objetivo del agresor es dañar y generar sentimientos de gran culpabilidad porque la mujer no ha podido proteger a quien está a su cargo».
«El caso más extremo es el del asesinato de los menores de edad, siempre con el claro objetivo de hacerle daño a la madre. Se trata de la deshumanización de las personas más vulnerables para de esta forma convertirlas en objetos».
«Es un tipo de violencia ejercida en la inmensa mayoría de los casos por los hombres», subraya este profesional. «Este patrón criminal busca saciar su deseo de odio y de venganza de la forma más cruel posible. Incluso renegando de su propia condición de padre».
«Se ha utilizado a las hijas, Olivia y Anna, y se las ha instrumentalizado como forma de prolongar el maltrato hacia la expareja. Pero no se debe psicopatologizar al supuesto perpetrador de estos hechos. No se trata de una persona que esté loca», manifiesta Pérez.
«Debemos considerar esta situación como una de las múltiples caras del machismo. De los celos, tan frecuentes en el amor romántico y esto es producto del desamor mutado en odio. Un odio brutal hacia su expareja, que deriva en visión de túnel, sin perspectiva».
Un carácter obsesivo «hasta doblegarse ante el amor a sus propias hijas. Ese tipo de hombre que no acepta la ruptura de pareja ni la libertad de la mujer. Y utiliza a las hijas cuando han fallado todos los recursos para dañar y vengarse de la madre».
Además, el psicólogo forense hace autocrítica. «Debemos tener en cuenta que los filicidios en contexto de violencia de género nos obliga a pararnos para ver en qué estamos errando. Hay que hablar de posibilidades de evitar estos casos, que cuando llegan nos dejan a todos en estado de shock».
«Se trata de una personalidad narcisista, con muy baja tolerancia a la frustración»
A su vez, Tamara de la Rosa explica en detalle cuál es el perfil de Tomás Gimeno. «Es un trastornado, un enfermo mental, son varias calificaciones que, desde el dolor y la incomprensión, pueden pensar muchas personas de él».
«Pero no todos lo que llevan a cabo una barbarie de este calibre son psicópatas, ni siquiera tienen porque sufrir un trastorno mental. La maldad y la crueldad existen en el ser humano», indica.
«Sumadas a determinados rasgos de personalidad, son factores que pueden dar lugar a escenarios que son complicados de prever», expone la psicóloga.
«En el caso de Tomás, por los testimonios de su entorno, sabemos que se trata de una personalidad narcisista. Tiene una muy baja tolerancia a la frustración, una persona inmadura y consumidor de sustancias. Le gustaba sentirse líder, dominante y autoritario utilizando la violencia», analiza De la Rosa.
La experta destaca que «a pesar de rehacer su vida, no entendía ni permitía que Beatriz rehiciera la suya. Su idea de ser el más importante y el único no se podía ver truncada y mucho menos, por un tío de 60 años. La consideraba de su posición y no toleró ni gestionó la frustración de un simple NO».
El difícil diagnóstico psicológico sobre el padre de Anna y Olivia
«No podemos hacer un diagnóstico de Tomás porque nadie lo trató. Puede que tenga un trastorno mental, o no, puede que sea un psicópata, o no. Pero, la maldad existe en el ser humano y se ve en el comportamiento de Tomás, como un ser maligno, cruel y sádico», se lamenta.
«Un trastorno mental no equivale a ser violento o peligroso ni todas las personas que tienen rasgos narcisistas son asesinos. Resulta clave educar en valores, en principios, en la empatía, en la resolución de conflictos, en el respeto, y en el amor. Porque puede deberse a un trastorno mental o, simplemente, a la maldad de una persona», concluye.