Imagen de Anna y Olivia, las niñas desaparecidas en Tenerife

El principal temor sobre Anna y Olivia: El caso podría quedar sin resolverse

La investigación es consciente de que debe sortear como sea su principal obstáculo

España entera continúa conmocionada después de que el pasado jueves, 10 de junio, a última hora de la tarde, se hallara el cadáver de Olivia. La pequeña apareció en el fondo del mar después de permanecer desaparecida desde el 27 de abril junto a su hermana y su padre. La recuperación de su cuerpo supone un cierto respiro para los investigadores, que ya trabajaban con la hipótesis del peor desenlace posible.

En búsqueda de pruebas de lo que ocurrió con Anna y Olivia

Un respiro que, es evidente, no llega por el propio hallazgo, que representa una noticia absolutamente terrible, sino porque ello permite un paso adelante en la investigación y su judicialización. Con la aparición del cuerpo de Olivia, se confirman algunas evidencias que muchos ya daban por supuestas. Pero ahora hay un indicio evidente de cuáles fueron las posibles acciones que cometió Tomás Gimeno.

Lo demuestra el giro que dio el caso en el ámbito judicial. La jueza instructora levantó el secreto de sumario que imperaba sobre el caso y decidió pasarlo al Juzgado de Violencia de Género de Santa Cruz de Tenerife. Pero antes cambió la acusación de Tomás Gimeno, que pasó de estar investigado por secuestro parental a estarlo por asesinato y por un delito contra la integridad moral de su expareja.

Así pues, el hallazgo del cuerpo de Olivia ha supuesto avances en el campo judicial que, aunque no son definitivos, sí aproximan la investigación judicial al sentido común. Pero hay que ser conscientes de cómo funciona la Justicia: lo que parece evidente aplicando la lógica puede no tener ningún valor judicial. Hacen falta indicios, pruebas, evidencias para lograr el esclarecimiento de unos hechos por la vía jurídica y una posible condena.

El posible gran obstáculo del caso de Anna y Olivia: La falta de más pruebas y el estancamiento judicial

Sin estos elementos, por mucho que aplicando el sentido común y la lógica parezca evidente lo que ocurrió, el cierre de los casos y las condenas son imposibles. Son necesarias pruebas que demuestren estas posibles acciones. Y este es el gran obstáculo que puede encontrarse el caso de Anna y de Olivia y que temen los investigadores.

La prioridad es, ahora y en los próximos días, intensificar las tareas de búsqueda en el océano Atlántico. En primer término, quiere hallarse el cuerpo de Anna, de quien se cree que fue asesinada del mismo modo que su hermana. Junto a la bolsa donde apareció Olivia había otra bolsa idéntica, ambas atadas a un ancla y varios pesos, pero no se localizó el cadáver de la pequeña.

A su vez, también se da por muerto a Tomás Gimeno, de quien también se quiere localizar el cuerpo. Pero hay un interrogante que inquieta a todo el mundo: ¿Qué puede pasar si no aparecen y si no se encuentran más evidencias en el mar?

Este es el gran temor que se abre en este caso: podría quedar abierto y estancado en los juzgados si, efectivamente, no hay nuevas noticias. La prescripción de las investigaciones de asesinato prescriben a los 20 años, de modo que desde ahora y hasta 2041 el caso podría quedarse sin resolver a manos de la Justicia. Cierto es que en este periodo pueden aportarse nuevas pruebas, pero las circunstancias del caso lo hacen difícil si no se consiguen ahora, con todos los medios que trabajan en ello.

Por este motivo, adquieren vital importancia los trabajos que puedan desarrollarse en el Atlántico en los próximos días. La Guardia Civil y el equipo que comanda el buque Ángeles Alvariño van a volcarse en el hallazgo de nuevas evidencias que puedan esclarecer al 100% los hechos.

El objetivo es poder zanjar judicialmente el asunto y contribuir al duelo de Beatriz y su familia. Se busca que el caso no quede sin resolverse durante dos décadas, lo que supondría un nuevo e innecesario calvario.