Lucho se levantó ayer por la mañana con una indisposición, y encontró a su mujer y a su hijo inconscientes en otra habitación. Cuando llegaron las emergencias ya era demasiado tarde. Soledad, de 25 años, y Dylan, de 17 meses, habían muerto intoxicados al inhalar el gas liberado por una fuga.
La tragedia ha sacudido al pequeño pueblo guipuzcoano de Zaldibia. Hace cinco años que Lucho y Soledad llegaron de Argentina al municipio español en busca de una vida mejor. Allí nació Dylan hace un año y medio, y con la felicidad que inundaba la casa de esta familia ya integrada en la comunidad.
La madre y su bebé perdieron la vida por inhalación de monóxido de carbono, aunque el origen aún está por determinar. Hay una investigación en marcha para esclarecer los hechos, y la principal hipótesis apunta a la caldera. Los expertos recuerdan la importancia del mantenimiento de las calderas de gas.
El padre avisó a emergencias
Lucho trabaja en la empresa de paquetería Zuzen Express. Como cada día se levantó a las seis de la mañana para irse a trabajar, y notó un fuerte olor a gas. Además se sentía muy mareado, por lo que rápidamente se dio cuenta de que algo no iba bien y fue a ver si su mujer y su hijo estaban bien.
La madre y el bebé estaban inconscientes y no respondían a las palabras del padre, así que enseguida llamó a emergencias. Bomberos, Ertzaintza y servicios sanitarios acudieron al inmueble para tratar de reanimar a los heridos. Soledad y Dylan habían muerto, y Lucho se encontraba en estado grave.
El padre de familia, de 32 años, fue trasladado al Hospital de Zumarraga donde se recupera favorablemente. Allí están también los padres de Lucho y un hermano suyo, que le están arropando en unos momentos tan duros. En el pueblo aún intentan asimilar lo ocurrido, ya que era una familia muy querida.
Estaban muy felices
Lucho, Soledad y Dylan vivían en los bajos del número 58 de la calle Santa Fe, en Zaldibia. Sus vecinos aseguran que “era una familia muy maja” y que se habían integrado del todo en la comunidad. Hace apenas una semana que el pequeño Dylan había estado enfermo, pero ya se había recuperado.
De hecho ya se había reincorporado a la guardería a la que iba junto con otros quince niños de cero y dos años. La mamá de Dylan estaba muy contenta porque el pequeño se había adaptado muy bien al jardín de infantes. Personas cercanas a la familia coinciden en que estaban atravesando un dulce momento y eran felices.
Junto con el padre, la madre y el niño vivía también un perro que ha sobrevivido al suceso. El padre se encuentra aún en el hospital, luchando por salir adelante y asimilar una realidad tan devastadora. En el entorno de la familia argentina solo se escuchan las mismas palabras: rotos, consternados, en shock.
Fugas de gas: mucha precaución
La tragedia ha evocado otros dos accidentes parecidos recientemente en el País Vasco. El 1 de enero de 2020 fueron encontrados sin vida dentro de un coche Sheila García y Jon Ander Kortabarria, ambos de 29 años. Los dos habían ido al coche a descansar un rato durante la fiesta de Fin de Año.
El motor y la calefacción estaban encendidos, así que se barajó una mala combustión como causa de las muertes. El 6 de marzo del mismo año una mala combustión provocó un incendio mortal en una churrería móvil. Los dos fallecidos, de 23 y 25 años, murieron por intoxicación antes del incendio.
Ventilar la casa una o dos veces al día es una sencilla pero eficaz medida de seguridad ante este tipo de incidentes. El monóxido de carbono es un gas inoloro y por lo tanto imposible de percibir, así que hay que tener precaución. Los expertos aseguran que las calderas de gas son seguras, pero que el mantenimiento es esencial.