Sergio Morate asesinó a su exnovia Marina Okarynska y a su amiga Laura del Hoyo el 5 de agosto de 2015. Luego emprendió una huida hacia Rumanía, donde se escondió en casa de un amigo hasta que fue detenido un mes después. Durante el viaje de vuelta a España en avión, un agente de policía fue su guarda y su confesor.
Sergio fue devuelto en un avión militar del Ministerio de Defensa el 5 de septiembre. Junto a él iban Francisco, inspector jefe de Cuenca, y Fran, agente de la Unidad Central de Delincuencia Especializada. Fue a este último al que Sergio Morate, el monstruo de Cuenca, mostró su verdadero rostro.
La conversación que ahora sale a la luz y que publica Levante-EMV, muestra a un asesino frío sin atisbo de arrepentimiento. El único momento en el que muestra cierta flaqueza es al hablar de su madre. Sus palabras nos presentan a un joven impulsivo obsesionado con José Bretón y con ser famoso.
'La que he liado'
Cuando los dos policías le preguntan cómo ve la situación, él solo responde: “La que he liado”. A renglón seguido pregunta por su madre, y se dirige directamente al agente Fran: “¿Qué tal está mi madre? Mi madre me ha hablado de ti, dice que te haga caso, que eres un buen tío”. Fran, especialista en hablar con criminales, se sincera.
“No sé si soy un buen tío no”, le dice, “sé que yo estoy aquí para intentar que pases muchísimo tiempo en la cárcel”. Efectivamente, Fran había conocido anteriormente a su madre, y sabía que era una víctima más de aquel verdugo. Ahora, frente a frente con el asesino, intentaba ser lo más sincero posible.
Morate se mostró inquieto y, consciente de la gravedad que supone dos asesinatos, quería saber la condena que le esperaba por delante. Fran sabe que no pueden condenarlo a prisión permanente revisable, pero de momento se guarda esa información. A través de sus argucias, intenta que el asesino se lo cuente todo.
'Pobre Laura'
El detenido confiesa a su manera que mató a Marina, y según su mente criminal lo hizo porque se lo merecía. También reconoce que acabó con la vida de Laura, “la pobre Laura”, que simplemente pasaba por allí. Durante una hora juntos en el avió, Fran consigue que Sergio se sienta en confianza con él.
Ya en el aeropuerto de Torrejón de Ardoz, los dos montan en el coche que les llevará hasta la comisaría de Cuenca. En total, 120 kilómetros en los que Morate sigue relatando detalles de sus crímenes y su fuga a Rumanía. Días antes de matar a las chicas, cavó un hoyo en el monte para meter el cuerpo sin vida de Marina.
Sergio no contaba con que aparecería Laura, y eso frustró sus planes. Por eso le suelta al agente: “Si las entierro bien, no me pilláis ni de coña”. Aun así se sigue mostrando nervioso, y celebra que haya llovido mucho porque “habrá menos gente en la puerta del juzgado para decirme cosas”.
Su gran temor
Uno de sus grandes temores es que lo metieran en la cárcel de Cuenca porque allí muchos lo conocían e irían a por él. Morate ya había estado anteriormente en la cárcel por agredir a otra ex, y sabía bien lo que les espera a los asesinos y violadores famosos. Entonces preguntó a Fran si conocía a José Bretón.
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“¿Tú llevas mucho en Homicidios? Habrás estado en casos famosos. ¿En el de José Bretón también”. No será la primera vez que lo mencione. Morate se muestra obsesionado con el hombre que quemó vivos a sus hijos en su finca de Córdoba en octubre de 2011.
Los dos actuaron movidos por el odio hacia sus exparejas, por ser incapaces de aceptar la ruptura. Pero Morate quiere desmarcarse claramente de Bretón: “A él le cayeron 40 años, a mí no pueden carme tantos, él mató a dos niños”.
'Has detenido a un famoso'
Ya en la comisaría de Cuenca, Sergio Morate se dirige a un viejo conocido suyo que se había hecho policía: “Has detenido a un famoso, Javi, me han traído en el avión de los ministros”. Para él. que nunca había sido nada, aquel instante justifica su existencia: “He estado en la misma sala de espera del aeropuerto que usa el rey de España”.
“Soy famoso, soy como José Bretón”, añade. Después, Sergio Morate sería trasladado a la prisión de Estremera y condenado a 48 años: ocho más que a José Bretón. Antes de la despedida, Fran quiere saber por qué Sergio Morate no quiso recibir ayuda a pesar de aceptar ir a un psicólogo a petición de su madre.
“Sabiendo que estabas con ese runrún, dando vueltas a matar a Marina, ¿por qué no le dijiste nada al psicólogo?”, le pregunta el policía. “Alguna vez pensó en decirlo, sí, pero ¿qué habrían hecho conmigo entonces, darme unas pastillas?”, responde Morate.
Asfixiadas y enterradas en cal viva
Sergio Morate y Marina Okarynska habían mantenido una relación de noviazgo, pero ella decidió cortar. Él, incapaz de entender la decisión y de contener su ira, planeó asesinarla. Ella quería recoger algunas cosas de su casa, lo que planteaba una ocasión perfecta para cometer la venganza sangre fría.
El 5 de agosto de 2015, Olga se dirigió a casa de su exnovio en compañía de su amiga Laura. Aquel día se perdió el rastro de las dos jóvenes y también desapareció él, por lo que todas las sospechas se centraron en un crimen machista. Poco después, un vecino encontró los cuerpos de las dos jóvenes a orillas del río Huécar.
Sergio Morate mató a Marina y a Laura asfixiándolas y sin cometer agresión sexual. Luego intentó enterrarlas en cal vida, aunque a la luz de los acontecimientos no lo consiguió del todo. Luego huyó a Rumanía, donde permaneció escondido durante un mes.