La policía se sigue encontrando con personas que desoyen las advertencias sanitarias y las restricciones legales para combatir el coronavirus. Son muchos los casos que nos llegan de reuniones clandestinas donde se supera el aforo y la policía debe intervenir, así como pequeñas infracciones de jóvenes haciendo botellón o saltándose el toque de queda.
Sin embargo, la última noticia sobre una celebración de boda de hasta 300 invitados pone los pelos de punta, por el alto riesgo que esto supone. Ante infracciones menores o descuidos, hay casos extremos en los cuales se ve que hay gente que decide saltarse la ley a lo grande y parece no haberse dado cuenta que estamos en plena pandemia y que sus actos pueden tener consecuencias fatales para sus allegados (además de graves consecuencias económicas en forma de multa).
Esto es lo que ha sucedido en Sevilla este fin de semana, donde Emergencias Sevilla ha informado de que este domingo la Policía Local tuvo que desalojar hasta 300 personas que se encontraban en una celebración de una boda. El enlace se organizó aprovechando las zonas comunes de un bloque de edificios, donde no se guardaba ninguna medida de seguridad preventiva, como el uso de mascarillas ni el distanciamiento social. Durante el desalojo, que tuvo lugar pasadas las 20:00 horas de la tarde, no se produjeron incidentes.
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Y es que la normativa anticovid (y el sentido común) es muy claro al respecto: en Sevilla, que actualmente se encuentra en el nivel 3 de emergencia, el aforo máximo en los banquetes se reduce a 50 personas en interiores y 75 en exterior. Por lo que en este caso se superaba a más del triple el aforo permitido.
Este tipo de eventos masivos pueden ser fatales y provocar un brote sin control que afecte a muchas personas, pues se ha comprobado que en las aglomeraciones es donde más supercontagios se producen, como sucedió en un caso reciente en EE. UU., donde una boda a la que los invitados acudieron sin mascarilla, acabó en tragedia.
Una boda en EE. UU. provoca un brote de coronavirus con 7 fallecidos
Este pasado verano en Estados Unidos, unos novios pagaron muy caro el ignorar las medidas preventivas relacionadas con el coronavirus. Sucedió en el pequeño pueblo de Millinocket, Estado de Maine, que hasta el día de la boda, se había mantenido libre de coronavirus.
En dicha celebración acudieron 55 invitados (la ley establece un máximo de 50), a un restaurante donde durante el banquete, ninguno de los invitados llevaba mascarilla ni respetaron la distancia de seguridad (sí llevaban mascarilla el personal laboral del local).
Solo un día después de la celebración, uno de los invitados empezó a mostrar síntomas de coronavirus, aunque su positivo no se confirmó hasta al cabo de una semana.
Se sospecha que ese invitado, que ya estaría contagiado antes de acudir a la boda, acabó provocando un brote que afectó a 177 personas por contacto directo y indirecto.
Este paciente cero habría contagiado a otros 27 invitados a la celebración y a 3 trabajadores del local. Todos estos contagiaron sin saberlo a otras personas de diferentes zonas y territorios, llegando el brote a expandirse a una residencia de ancianos y a una prisión, con un total de 177 afectados y 7 fallecidos, uno de los cuales acudió a la boda.
El virus llegó a una prisión situada a 320 km del restaurante donde se produjo el contagio a través de un infectado de la boda que trabajaba en el correccional. Dicho brote afectó nada más y nada menos que a 82 reclusos. Lo mismo pasó en una residencia de ancianos situada a 160 km donde uno de los invitados a la boda trabajaba de sanitario, por lo que acabó contagiando a 38 personas en dicha residencia. Un evento festivo que acabó en tragedia por no respetar las normas de seguridad.
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