Está a punto de cumplirse 20 años del crimen de Déborah Fernández, un asesinato que estremeció a Galicia en 2002. La historia de este caso se remonta al 30 de abril, en lo que parecía un día más en la vida de esta chica.
Estudiaba Diseño gráfico y ya se encontraba en el último curso. Antes de que finalizara la clase se fue para casa, asegurando que se encontraba mal. Tras permanecer en su domicilio de Vigo, acudiría a un centro de estética donde tenía cita para depilarse.
Por la tarde, Déborah salió a correr por el entorno de la playa de Samil, compartiendo una parte del entrenamiento con su prima. Ella fue una de las últimas personas que la vio con vida. Le había transmitido que esa noche, que era víspera de festivo, no tenía intención de salir.
Sus planes eran acudir al videoclub y ver una película. Sin embargo, esa tarde ni acudió a alquilar la cinta ni llegó a su casa.
Una vez que dejó a su familiar emprendió camino de vuelta a su domicilio. A falta de unos metros para llegar a él se cruzó con un conocido.
Eran antes de las 21:00 y a partir de ahí se le perdió la pista. Nadie apreció nada rara ni ningún movimiento sospechoso.
No fue hasta diez días después cuando apareció el cuerpo de Déborah Fernández. Estaba totalmente desnudo y en una cuneta de O Rosal, en Pontevedra, a diez kilómetros de donde residía.
Estaba cubierto por hojas de acacias. Los investigadores se encontraron con una escena totalmente manipulada de manera consciente, con pistas falsas pensadas para dificultar el proceso. Junto a ella se encontraron un preservativo usado, un pañuelo de papel y un cordón verde.
Buscaban de esta forma simular un móvil sexual. Sospechan que el autor pudo introducirle el semen en la vagina una vez que ya se encontraba muerta.
Déborah, muerta violenta o natural
El abogado de Déborah, Ignacio Pérez Amoedo, tiene claro que la chica "se sube al coche con alguien conocido. Seguramente con alguien con el que había quedado previamente", cuenta.
Advierte de que hay "una prueba pericial médica de nuestro forense que ante cualquier punto de vista es una violenta. Eso es lo que nosotros tenemos clarísimo".
Pese al paso del tiempo, los investigadores no son capaces de conseguir grandes avances en este proceso. Se mantiene abierto después de que la causa estuviera archivada durante una década por no haber sospechosos.
En un primer momento la Policía tenía en mente a una persona, al exnovio de Débora Fernández. Su primera declaración en Comisaría sobre lo ocurrido aquella noche estuvo plagada de contradicciones. En cualquier caso, el juez no considero oportuno citarlo en calidad de investigado.
Nunca se pudo concretar la causa del fallecimiento de la joven, y eso dificultó mucho la investigación. Su cuerpo no presentaba signos de violencia ni de haber sufrido una agresión sexual. Los forenses pensaban que pudo tratarse de una muerte súbita, algo que no comparten los familiares de la chica.
La otra teoría que manejaron fue la muerte violenta por sofocación. Los encargados de examinar el cadáver no hallaron fracturas ni signos típicos de estrangulación en laringe, lengua o tráquea. Pero no descartaron "la sofocación por oclusión de orificios respiratorios", con un elemento blando.
El entorno de Déborah sí que contempla esta idea, sobre todo porque cree que se trató de un homicidio. Su hermana aseguró que "si estás con alguien y esa persona se muere, no tienes nada que ocultar. Lo lógico es que llames a una ambulancia".
Mayo de 2022 es una fecha marcada en el calendario de la familia. Se cumplirán 20 años del crimen y prescribirá sin hallar culpables.