El caso Déborah Fernández afronta la recta final 20 años después de su muerte. El análisis del pelo hallado en la uña de la joven podría revelar la identidad de su asesino. Los familiares contienen la respiración a pocos días para que los resultados lleguen a manos de la jueza.
Saben que es la última baza para esclarecer la muerte de Déborah Fernández Cervera. La joven viguesa desapareció el 30 de abril de 2002 y fue hallada sin vida diez días después. La jueza ha reabierto el caso con nuevas pruebas, a pocos meses para que el crimen prescriba.
Ahora, el laboratorio policial de Madrid ha decidido quemar el último cartucho con el análisis del pelo hallado en una uña. Es arriesgado, porque tras la prueba el ADN quedará destruido y no habrá más oportunidades. En breve se conocerá el resultado del test genético.
El caso de Déborah Fernández prescribirá dentro de ocho meses. Si no hay indicios claros de algún sospechoso, se cerrará definitivamente. Por ahora se trabaja con el análisis del ADN del pelo hallado en el cuerpo de la víctima y con la recuperación de su correo electrónico.
Son las dos pruebas que este mismo año presentó la familia de Déborah a la jueza para solicitar la reapertura del caso. Esta autorizó la exhumación del cadáver y el acceso al disco duro del ordenador de la joven. Serán pruebas definitivas para resolver el misterio.
El crimen de Déborah Fernández
Déborah Fernández desapareció el 30 de abril de 2002 en Vigo. Estaba a punto de cumplir 22 años y fue encontrada sin vida a 40 kilómetros de su casa. Inicialmente, su muerte se atribuyó a causas naturales, pero la investigación estuvo plagada de errores.
Todos los indicios apuntaban a que alguien había acabado con su vida intencionadamente, había lavado el cadáver y lo había dejado en la cuneta. La escena del crimen había sido preparada de forma meticulosa. Y había detalles que levantaban todas las sospechas.
Las pruebas forenses determinaron que había tenido relaciones sexuales antes de fallecer. También que el estado del cadáver no coincidía con la fecha de la muerte. Es decir, que alguien había guardado el cuerpo varios días antes de abandonarlo en la cuneta.
Aquellos primeros días de la investigación, la policía visitó al único sospechoso. Se trata del novio de la víctima, con el que tenía planeado casarse. Su relación se había deteriorado en los últimos meses y él había estado con otra mujer en el extranjero.
El sospechoso negó haber hablado con Déborah antes de morir, pero el registro telefónico decía lo contrario. Tampoco tenía una coartada sólida. Y además, una mujer había estado amenazando a Déborah desde el extranjero durante los meses anteriores al crimen.
En aquella visita, uno de los agentes notó un fuerte olor a podrido que salía del maletero de su coche. Él aseguró que había olvidado una caja de langostinos, y los policías dieron por buena la explicación. El coche no se revisó hasta ocho años después.
Pedirán que cite a declarar al sospechoso
Esa fue la vez que estuvieron más cerca de resolver el crimen de Déborah Fernández. 20 años después, todo son incógnitas. Si la prueba del pelo ofrece resultados concluyentes, serán remitidos al Juzgado de Instrucción número 2 de Tuy.
Una posibilidad es que el perfil genético pertenezca a la propia víctima. Pero si es de otra persona, la investigación daría un giro definitivo. El siguiente paso será cotejarlo con el banco de datos de delincuentes fichados o del entorno inmediato de la víctima.
También se encontraron restos de ADN en el arcón congelador donde creen que estuvo su cuerpo. Podrían compararse ambos perfiles para dar con el asesino. Luego tendrán que ubicar al presunto autor en el lugar del crimen y reunir los indicios para imputarle.
La policía espera contar también con el volcado de los datos del disco duro de Déborah. Su ordenador está en manos de la compañía Lazarus Technology. Una vez finalizado el informe pericial, será remitido a la jueza, que tendrá que tomar una decisión.
Tras 19 años de batalla judicial, esperan que estas pruebas sean suficientes para procesar al sospechoso. Pedirán que la jueza cite a declarar al novio de la víctima. Pero todo depende del resultado de las pruebas de ADN que llegarán en pocos días.