La vacuna contra el COVID-19 ha sido fundamental para contener los contagios. En España, un 93% de la población de más de 12 años ya cuenta con la pauta completa. Los expertos siempre han insistido en la enorme trascendencia que tenía este fármaco para plantarle cara al coronavirus.
El descenso de contagios y de la incidencia acumulada ha contribuido a una evolución favorable de la situación epidemiológica. Esto ha provocado que se pusiera fin a la obligatoriedad de las mascarillas en interiores. Pero la intención es seguir dando pasos hacia adelante para recuperar la normalidad lo antes posible.
Pese a la retirada de las restricciones, los expertos insisten en la necesidad de seguir aplicando la vacuna contra el COVID-19. El director mundial de Pfizer, Luis Jodar, ha dado su punto de vista al respecto. "Es posible que se produzca una situación entre endémica y epidémica, donde Ómicron vaya evolucionando", explica.
Señala que "todos los grupos etarios necesitarán de dosis de refuerzo cada cierto tiempo, por ejemplo, un año". De esta manera se pronunciaba durante el Seminario para periodistas organizado por la farmacéutica. Dejaba entrever que "serían dosis adaptadas a cada variante, hasta encontrar una vacuna universal impermeable a cada mutación".
En Pfizer también se refirieron hace unas semanas a un tema bastante controvertido como es la administración de la cuarta dosis. El consejero delegado, Albert Bourla, desvelaba los motivos por los que sería necesaria esta vacuna de refuerzo. "Vienen muchas variantes, y ómicron ha sido la primera que ha podido evadir la protección inmunológica que estamos proporcionando", dijo a CBS.
Las intenciones de la compañía farmacéutica son claras respecto a estos sueros. Pretenden fabricar una vacuna que sea capaz de "proteger contra ómicron y todas las demás variantes". El objetivo esencial es encontrar una solución que nos "pueda proteger durante al menos un año".
De esta forma seguiría los pasos de la vacuna de la gripe, que también se administra una vez cada doce meses. Sin embargo, esta última suele inyectarse principalmente a los mayores y personas vulnerables, y no a todos los grupos de población.
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Mientras tanto, las autoridades sanitarias desconocen por el momento si será necesario dar una cuarta dosis contra el coronavirus. El pasado mes de enero, el Ministerio de Sanidad autorizó su administración a los inmunodeprimidos.
Se tratan de las personas cuyo sistema inmunológico no tiene capacidad de ofrecer una respuesta ante los virus y bacterias. Además, reciben tratamientos con fármacos inmunosupresores. Se estima que ya la habrían recibido unas 120 000 personas.
De momento, desde el Gobierno han dejado entrever la opción de que se vacune a los mayores de 80 años. Todo queda a expensas de la evolución de la situación epidemiológica, que será la que marque el futuro calendario de inmunización.
Los efectos secundarios de la vacuna
Sanidad ofrece de manera periódica un informe de farmacovigilancia sobre las vacunas. El objetivo es anunciar las posibles reacciones adversas que se vayan conociendo con estos fármacos contra la COVID-19.
En España, han recibido la tercera dosis adicional casi 25 millones de pacientes. Todos ellos con Pfizer y Moderna.
En el caso de la primera, se ha encargado de inmunizar a casi 11 millones de personas. Aunque se trata de la vacuna más usada en nuestro país, en lo que se refiere a la tercera dosis no lo es. Le arrebata ese primer puesto Moderna con más de 13 millones de dosis adicionales.
La vacuna de Pfizer ha tenido como principales efectos adversos la linfadenopatía, que es la inflamación de los ganglios, y la fiebre. A continuación le sigue el dolor de cabeza, mialgia, malestar y fatiga.