Crece el nerviosismo por momentos en Moncloa. A medida que se acerca el 4 de mayo las opciones reales de un gobierno con PP y Vox aumentan, a tenor de las encuestas. Isabel Díaz Ayuso va lanzada hacia la mayoría, pero necesitará a la ultraderecha para gobernar, y esto puede cambiar para siempre el panorama político en España.
La radicalización del discurso político en nuestro país preocupa en Moncloa. Pero además, temen que un gobierno de la derecha radicalizada en Madrid desgaste al Gobierno de aquí hasta las elecciones generales de 2023. Por eso, Pedro Sánchez hará una llamada de teléfono muy importante después de las elecciones del 4 de mayo.
De todos es sabido que Pedro Sánchez y Pablo Casado no tienen una buena relación, y que esta ha empeorado a raíz de la pandemia. Durante los meses más duros de pandemia y confinamiento, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición apenas mantuvieron el contacto, y Sánchez estuvo meses sin llamar a Casado. Ahora, los nervios crecen en Moncloa y creen que es el momento para volverse a acercar al PP.
Pedro Sánchez llamará a Pablo Casado después de las elecciones del 4 de mayo para pedirle que no pacte con la extrema derecha. El mensaje del presidente del Gobierno será claro: la ultraderecha ha cruzado ciertas líneas rojas y el PSOE y el PP tienen el deber de impedir que lleguen a las instituciones. «Tenemos que revisar profundamente la política de alianzas, es una reflexión que tenemos que hacer todos», dicen fuentes socialistas.
Una opción pasa por facilitar el gobierno de la Comunidad de Madrid al PP y que Ayuso gobierne en solitario. Pero Sánchez sabe que esto tendrá sus costes, y que los populares pedirán a cambio la salida de Podemos del Gobierno. Es una opción que ya había estado encima de la mesa, pero el presidente ha rechazado en más de una ocasión gobernar en solitario lo que queda de legislatura.
El entorno de Sánchez es consciente de que el juego de equilibrios es ahora muy delicado. El PP ve el gobierno de la Comunidad de Madrid como una oportunidad de oro para iniciar la carrera hacia la Moncloa, y está dispuesto a todo para ello, incluso gobernar con una extrema derecha desatada. El precio de «ayusizar» el PP es alto y cuenta con un sector crítico dentro del propio partido, pero muchos ponen como argumento la radicalización del «sanchismo» con Podemos para justificar el viraje a la derecha.
Por otro lado, en el PSOE son conscientes de que la estrategia de polarización en Madrid no ha funcionado y que hay que revisar la política de alianzas. La radicalización del discurso de Podemos en manos de un Pablo Iglesias endiosado molesta a muchos en un amplio sector de Ferraz, que ven con preocupación la deriva extremista en uno y otro bando. Cada vez son más las voces que le piden a Sánchez una rectificación, y una eventual derrota en las madrileñas sería la oportunidad para empezar a cambiar.
Cambio de alianzas a largo plazo
La aritmética parlamentaria no ofrece alternativas en Madrid. El proyecto político de PSOE y PP son antagónicos y gobernar juntos en la comunidad es una quimera. La previsible desaparición de Ciudadanos deja al PP sin más compañeros de viaje que Vox, y más teniendo en cuenta la solidez del bloque de izquierdas con PSOE, Más Madrid y Podemos.
Hasta ahora, Vox ha apoyado externamente en los gobiernos de la derecha en varias comunidades autónomas. Pero permitir al partido de Santiago Abascal entrar en las instituciones, y nada más y nada menos que en la Comunidad de Madrid, puede ser un antes y un después en la escalada de la extrema derecha en España. En esta campaña electoral, con Podemos también desatado, ya han demostrado de lo que son capaces.
El PSOE teme que el PP de Casado, dispuesto a todo para gobernar en Madrid, dé el paso y permita a Vox entrar por primera vez en las instituciones. Por eso Pedro Sánchez hará un intento a la desesperada para convencer a Pablo Casado: le llamará para pedirle que no gobierne con Vox y le propondrá un cambio de alianzas a largo plazo.
Sánchez quiere acercarse a Casado
El 7 de julio de 2020, Pablo Casado desveló que Pedro Sánchez no le llamaba desde el 4 de mayo, a pesar de la situación excepcional que había atravesado el país. «Fuera no se lo creen», se quejaba amargamente el líder del PP. La relación entre ambos retomó cierta fluidez hace dos meses a raíz de la renovación del poder judicial. Entonces surgieron los rumores de que Sánchez podría incluso romper con Podemos y acercarse al PP.
La relación entre los dos partidos de la coalición de gobierno no era la mejor, pero la salida de Pablo Iglesias ha ayudado a rebajar la tensión, y los planes de Sánchez son agotar la legislatura de la mano de Podemos. Por eso, el PSOE no se plantea por ahora romper con Podemos como contrapartida para que el PP no gobierne con Vox. Tras ver los resultados del 4-M, estudiarán los pasos a dar y uno podría ser facilitar el gobierno de Ayuso en minoría a cambio de renovar el poder judicial y cambiar la estrategia de alianzas de cara al futuro de Gobierno de España en 2023.
Sería desde luego un mal menor para el PSOE de Sánchez, que ve cada vez con mayor preocupación el escenario que se está dibujando en Madrid. La propuesta es difícil de encajar, pero Sánchez confía en que Casado entre en razón, y hay un motivo que llama a la esperanza: la entrada de Vox en el gobierno madrileño puede acabar saliéndole muy caro al PP, que a la larga acabaría fagocitado por el discurso de la extrema derecha.