La llamada de Pedro Sánchez a Pablo Casado esta semana puede cambiarlo todo en España. El presidente del Gobierno se comunicó con el líder de la oposición para romper el hielo tras mucho tiempo de rechazo mutuo. Más allá de lo que acordaron en ese llamada, el gesto supone un acercamiento de Sánchez a Casado, en pleno conflicto con Pablo Iglesias.
La relación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias lleva tiempo enfriándose, pero en los últimos días la cosa ha empeorado por su disputa en torno al encarcelamiento del rapero Pablo Hásel y los estallidos violentos durante las manifestaciones en varias ciudades de España.
Pablo Iglesias lleva tiempo insinuando que España es una democracia mejorable y se niega a condenar la violencia en las calles. Sin ir más lejos, el portavoz de Podemos dio su apoyo explícito a «todos los jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles». El PSOE, en cambio, admite que se tiene que cambiar la ley, pero condena la violencia y censura las críticas de Iglesias a la democracia española.
Este es el enésimo encontronazo entre los dos partidos del Gobierno, después de las disputas en torno a la reforma de las pensiones, la ley antidesahucios, la ley trans, los cortes de suministros eléctricos y el futuro de la monarquía, entre otras. La tensión en Moncloa va subiendo, y nadie descarta que al final el Gobierno pueda romperse.
En medio de esta situación, Pedro Sánchez ha roto el hielo con Pablo Casado y le ha llamado para acordar una renovación del Consejo General del Poder Judicial. El Gobierno asegura que una conversación «constructiva» tras meses de bloqueo, mientras que en el PP confirman que Casado puso las mismas condiciones de siempre, y una de ellas pasa por excluir a Podemos del acuerdo. En el PSOE, ni confirman ni desmienten.
Lo que sí ha trascendido es que Sánchez ha ofrecido al PP renovar el poder judicial, el Defensor del Pueblo y el Consejo de Administración de RTVE. La conversación fue breve, y en ella el presidente del Gobierno instó a Casado a acelerar las negociaciones ya que, al no haber elecciones pronto, es un momento propicio para llegar a acuerdos sin presión.
Acercarse a Sánchez para alejarse de Vox
Sánchez recomendó a Casado aprovechar esta oportunidad para distanciarse de Vox y presentarse como una oposición con responsabilidad de Estado. Así se lo recordó durante la sesión parlamentaria, donde le ofreció al líder de la oposición dos caminos a elegir: «Usted elige, o el camino de la moderación o el camino de la perdición, de ser una oposición útil con sentido de Estado, o una oposición acomplejada ante el discurso de Vox».
Estas palabras llevan un mensaje oculto: Vox está en auge, y si Casado quiere alejarse de ellos, tiene que acercarse a Sánchez. El presidente del Gobierno ha recibido estos últimos días una advertencia de los barones y pesos pesados dentro del partido: su estrategia de elogiar a Vox para hundir a Casado puede tener consecuencias negativas, tal y como se ha demostrado en los últimos resultados electorales en Cataluña con el auge de la extrema derecha.
En el PSOE no descartan que a la larga pueda haber un Gobierno de Pablo Casado con Santiago Abascal como vicepresidente, y para evitarlo, el presidente ha iniciado una estrategia de acercamiento al PP. Además, Sánchez pretende mantener así la vía abierta a pactos puntuales con PP y Ciudadanos, para no depender solo de los nacionalistas.
Pablo Iglesias, el gran sacrificado
A nadie se le escapa que en el fondo de esta estrategia está el alejamiento de Iglesias. Fuentes de Moncloa confirman que Sánchez e Iglesias hace días que no se llaman, y la declaración de hoy de Sánchez condenando la violencia puede ser la gota que colme el vaso. La llamada a Casado el miércoles, horas antes de que los ministros socialistas no aplaudieran a Iglesias en la sesión de control, fue el aviso claro del PSOE a Podemos. La situación ha cambiado.
En el Gobierno sostienen que, a pesar de las diferencias, la coalición no corre peligro. Pero el inicio de las conversaciones entre Sánchez y Casado para la reforma del poder judicial lo cambian todo, porque se trata de un pacto entre Gobierno y oposición sin la presencia de una parte del Gobierno. La ausencia de Podemos es una de las condiciones que puso el PP para empezar a negociar, y Sánchez está dispuesto a sacrificar a sus socios aunque en verano prometió a Iglesias que tendrían un lugar en la elección del CGPJ.
Con su nuevo movimiento estratégico, Sánchez pretende reducir el poder de Iglesias en el Gobierno y rebajar la tensión por el enfrentamiento constante entre ministerios. La idea de Sánchez pasa ahora por ganarse el apoyo del principal partido de la oposición en cuestiones de Estado e imponer su ascendencia en el Gobierno para acabar con la división.