Pablo Iglesias tenía un plan en la cabeza. Necesitaba un golpe de efecto para no perder su presencia en Madrid, pero tampoco quería dejar su vicepresidencia. La clave de su estrategia era Irene Montero: Pablo le pidió que liderara la candidatura en Madrid mientras él seguía dando la batalla en el Gobierno.
Que la relación entre Pablo Iglesias e Irene Montero no atraviesa su mejor momento es un secreto a voces. Su distanciamiento llegó al clímax durante la cumbre que mantuvieron en el chalet de los Iglesias-Montero para diseñar la estrategia del partido.
La crisis de Murcia y la convocatoria de elecciones anticipadas en Madrid obligaba a la formación morada a dar un paso adelante. En las últimas elecciones entraron en la asamblea madrileña por los pelos, y ahora, con Isabel Díaz Ayuso disparada hacia la mayoría absoluta, la posibilidad de que Podemos quede fuera, es más real que nunca. Esto sería el principio del fin para un partido que nació en el ecosistema madrileño.
[predef]espaadiario-631[/predef]
Consciente de lo que se juega el próximo 4 de mayo en Madrid, Pablo Iglesias pensó que Irene Montero podría dar ese golpe de efecto mientras él seguía partiéndose la cara con el sector conservador del Gobierno. Por ejemplo, en la ley de la vivienda, una de las disputas que amenaza con romper la coalición de gobierno.
Una persona cercana al entorno de la pareja asegura que Pablo le pidió a Irene Montero que liderara la candidatura en las elecciones madrileñas, pero que ella le dijo que no. El líder de Podemos también se lo pidió a Rafa Mayoral, y aunque este también se negó, lo que más le dolió fue la negativa de su pareja, lo cual vio como una traición.
La estrategia de Pablo Iglesias demuestra que hace tiempo que ha dejado de pensar en Irene Montero como su sucesora. Si Irene aceptaba, se jugaba abandonar su cargo de ministra para ir a unas elecciones en las que Podemos tiene todas las de perder. Al final, a Pablo no le quedó más remedio que sacrificar su posición institucional para salvar la posición del partido.
Pablo Iglesias anunció entonces que deja el Gobierno para centrarse en las elecciones del 4 de mayo. Pero en su fuero interno, Iglesias no las tiene todas consigo. Desde luego, este era el peor momento para bajarse del barco, con la ley de la vivienda al rojo vivo y el Gobierno de coalición a punto de romperse.
No es extraño que el tono de Pablo Iglesias se haya endurecido en los últimos días. Está aprovechando sus últimos días en el Gobierno para lanzar los últimos órdagos. En este sentido, ha dejado claro que quiere irse de la vicepresidencia con la ley de la vivienda aprobada, y ha amenazado a Pedro Sánchez de romper el Gobierno si se incumplen los acuerdos de legislatura.
El silencio elocuente de Irene
A la negativa de Irene Montero, que ha obligado a Pablo Iglesias a dejar la vicepresidencia, ha seguido su silencio más que elocuente. Apenas un tímido «A ganar Madrid» tras el anuncio de Pablo Iglesias, y algún retuit. Poco más. En todos estos días, Irene no se ha pronunciado sobre la campaña, ni ha dado un apoyo directo.
Irene Montero tampoco está pasando por su mejor momento en el ministerio. Su intensidad verbal contrasta con la poca actividad en Igualdad, y aunque tiene encima de la mesa propuestas ambiciosas como el «solo sí es sí», de momento no ha conseguido más que generar polémica en torno a la ley trans y de igualdad LGTBI. Una ley que, por cierto, le ha valido no pocas críticas dentro del propio movimiento feminista.
A la controversia de sus medidas se suma la dificultad de su carácter. Gente de su entorno describe a Irene como una persona complicada en el trato, y con la que muchos se llevan mal por su forma de expresarse. No es una persona que genera precisamente consenso, y esto acaba afectando a la efectividad del ministerio.
Se rumorea que han roto
A su frustración profesional se añade ahora sus problemas en casa. Hace unos días, sorprendió a todos con unas declaraciones en las que no mencionaba a Pablo al hablar del cuidado de sus hijos: «Para que yo pueda salir tiene que haber otras persona asumiendo tareas de cuidados, como mi suegra, mi madre, o una trabajadora del hogar».
Para algunos, una puya a Pablo Iglesias en una cuestión sensible como el reparto de tareas en el hogar. Para otros, la demostración de que Pablo e Irene ya no comparten el mismo techo. Y eso enlaza con los rumores que se extienden cada vez con más fuerza en Madrid sobre una posible ruptura de la pareja. A parecer, Lilith Verstrynge, la joven de 27 años a la que Pablo Iglesias nombró asesora de su vicepresidencia, estaría detrás de la ruptura.
Con independencia de si los rumores son verdad o no, es evidente que la pareja no pasa por su mejor momento y que esto ha afectado al plano profesional. De momento, ya se están viendo las primeras consecuencias de ello: Pablo Iglesias se mantiene como líder del partido, Yolanda Díaz pasa a ser la persona fuera de Podemos en el Gobierno, e Irene pierde su posición de favorita. Veremos hasta dónde alcanzará el enfrentamiento en casa de los Iglesias-Montero.