Imagen de uno de los panaderos del Forn Elías

Enric, el panadero español de 25 años que hace el segundo mejor pan del mundo

Enric Badia Elias, del centenario Forn Elias de Barcelona, queda subcampeón en el Mondial du Pain

"Enric, ¿qué quieres ser de mayor? Panadero". A veces las mejores historias cuentan con inicios de lo más normales. Este es el caso de Enric, que tras toda una vida ligada a su pasión por la panadería, ahora puede presumir de haber conseguido algo meteórico: hacer el segundo mejor pan del mundo. 

Enric Badia Elias es la cuarta generación del 'Forn Elias', una panadería centenaria de Barcelona. Pero ahora su historia va mucho más allá, pues se ha convertido en el segundo mejor panadero del mundo, según el certamen Mondial du Pain, realizado en Nantes (Francia).

Con tan solo 25 años ha quedado segundo en este concurso tan importante en el sector. Enric, representante de España, se vio superado tan solo por el representante japonés. El tercer clasificado fue Italia. Entrevistado en 'El País', Enric comentó que los japoneses «son pura disciplina y aprenden de los mejores del mundo».

Pese a ello, el recorrido de Enric no termina aquí. Ya que los seis primeros clasificados del concurso se lo jugarán todo compitiendo en una segunda fase del Mundial: el 'The best of Mondial du Pain'.

Badia Elias participará para demostrar que es el mejor, junto con su equipo, su entrenador Yohan Ferran y su ayudante Marta Sanjosé.

Enric se ha sincerado ante los medios y asegura que los concursos le gustan. Aunque donde de verdad disfruta es en su día a día en la panadería familiar. El joven es una persona perfeccionista, y su mayor ambición es hacer el mejor pan todos los días. 

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Tacto, criterio y vista: las claves de Enric

«Hacer pan es trabajar con la materia viva», dice Enric en 'El País', mientras insiste: «Para que las recetas salgan bien, hay que tener tacto, criterio, vista, tienes que adaptarte a ellas». 

Asimismo, Enric contó que no había tenido la suerte de conocer a su bisabuelo, el fundador del Forn Elias. Al que sí conoció y del que tiene grandes recuerdos es de su abuelo Jaume, ya fallecido. De quién comentó que mantenían una relación especial, porque él siempre quiso seguir con la panadería, a diferencia de las demás nietas. 

El abuelo se sacrificó mucho por la empresa fundada por su padre. Era capaz de dormir en sacos de harina mientras esperaba la fermentación de productos complejos como los panetones, contaba Badia. Otra persona imprescindible en la vida de Enric es su madre, que le enseñó que el sacrificio tiene su recompensa. 

Siempre rodeado de harina

Enric se crio en la panadería, un sitio donde «hacía los deberes, jugaba con el gato, cuando podían tener gatos antídoto contra los ratones...». Su etapa escolar fue de menos a más.

La Secundaria Obligatoria no la disfrutó mucho, aunque mejoró cuando pasó por un CFGM (Ciclo Formativo de Grado Medio). Un corto período pasando de ser un mal estudiante a ser el mejor. 

La formación en el mundo de la panadería siguió a la escuela del Gremio de Panaderos de Barcelona, para especializarse en la escuela del Gremio catalán en Sabadell (la Baking School). Su madre le puso una condición para trabajar en el negocio familiar, y es que antes tenía que trabajar fuera. 

Todo esfuerzo tiene su recompensa

El subcampeón ha obtenido diversos premios antes del Mondial du Pain. Para este se entrenó durante diez meses prácticamente a diario. El mundial se realizaba en diferentes días.

El primero solo tenían que hacer las masas y no lo disfrutaron demasiado. El segundo les encantó, lo describen así: «Fue bestial, como una coreografía, habíamos practicado tanto que lo hubiéramos hecho con los ojos vendados». 

Esos días fueron emocionantes, los padres, hermanos, amigos y parejas estaban en la grada disfrutando, gritando y aplaudiendo. Badia Elias reconoce el privilegio que han tenido, pudiendo prepararse el concurso durante casi un año. 

El joven panadero cree que su trabajo está poco valorado. Lo compara con el vino, como la gente reconoce un buen producto, pero no pasa lo mismo con un buen pan. Él ve como un punto positivo que las familias con la pandemia se hayan hecho su propio pan, de esta manera lo valoran mucho más.