Goyo Comendador era un hombre trabajador, de 39 años, informático y tenía una novia llamada Ana. Además, le encantaba ir de caza a este joven residente en Moratalaz.
Y es que Goyo "tenía una vida cojonuda, casi toda por delante: tenía amigos por todas partes, nos íbamos de caza, o por ahí de juerga... Era, bueno, es un tío majo, al que todo el mundo quiere", cuenta su hermano Mario en El Mundo.
El 7 de marzo pasado, ambos hermanos quedaron para comer "y él no tenía ni gota de miedo" acerca de la artroscopia en la rodilla izquierda que le iban a hacer. Tenía que someterse a ella por "un lío" en los ligamentos, unas calcificaciones y "le iban a arreglar también otra cosa en el hombro".
"Prácticamente solo respira, come por sonda y caga"
Ángel Villamor, el conocido traumatólogo del rey emérito, era el médico que iba a intervenirle. Al día siguiente, Gregorio se fue "de lo más tranquilo" a la clínica Vithas Nisa El Pardo Aravaca. "Esto no es nada, cuando salga os escribo", le decía en un mensaje a su hermano.
Desde junio, Gregorio está ingresado en la Fundación San José, una institución para personas de mínima consciencia. Y es que no abre los ojos y se encuentra en muerte cerebral.
"Prácticamente solo respira, come por sonda y caga. Es la leche, es surrealista lo que ha pasado. Es que ni los ojos abre, ni se comunica, nada", cuenta su hermano.
Explica Mario que "lo que sabemos es que durante la operación se produjo una parada cardiorrespiratoria, y mi hermano se quedó sin oxígeno por un tiempo que desconocemos. Salió de allí mal, pero aun así nos dijeron que se recuperaría".
"Una médico llegó a decirme que mi hermano sale de aquí dándome la mano. Pero no fue así. En cuanto vieron los daños neuronales, sabían que nunca saldría", se lamenta.
La familia de Goyo ha denunciado los hechos en los juzgados
El hombre pasó después por el Hospital de La Paz antes de llegar a la Fundación San José. Su familia ha denunciado los hechos en los juzgados. Y no descansará "hasta que se conozca quién de todas las personas que intervinieron en la operación cometió el error".
"Goyo llevaba muchos años con calcificaciones en la rodilla izquierda, y siempre con Villamor, hemos encontrado informes hasta de 2017. Le veía en una consulta que tiene él cerca del Bernabéu, y allí le infiltró tres o cuatro veces", explica.
Mario relata que Goyo "se fue muy tranquilo para allá aquella mañana, la verdad. Un rato después me llamó mi cuñada, que se iba al hospital porque la habían llamado y le habían dicho que algo había salido mal. Si él entró a las ocho de la mañana, ella me llamó a las 12".
"Se presentó allí y le dijeron: «Mira, que ha pasado esto. ¿Puedes llamar a su hermano?» Y ella: «No, no, llamadle vosotros». Me llamó una anestesista apellidada Giráldez, y me dijo que probablemente había sufrido una parada cardiorrespiratoria, y que habían seguido todos los protocolos".
"De todas formas, me repitió: «Pero está controlado Metieron a Goyo en la UCI y al día siguiente preguntamos por la parada». ¿Y esto?'. Nos contestaron: «Nada, es que pasa en uno de cada mil casos, y habéis tenido la mala suerte de que os ha tocado»".
"Sucede en 1 de cada 1000 casos"
El drama de Goyo contado por su hermano pone los pelos de punta. "Hablamos también con el intensivista, y él decía que no estaba cuando sucedió todo. Le hicieron una resonancia y nos dijeron que no había salido muy mal, que el cerebro no estaba tan mal", relata.
Según el entrevistado, "ahí fue donde la tal Giráldez me dijo: «No ha salido muy mal. Algo tiene, pero no se preocupe, que su hermano sale de aquí dándome la mano»".
"Pasaban los días y el hospital nos decía que no había avances neurológicos. Más tarde cogió una alergia y se puso todo negro, como el carbón. 15 días después de que le sacaran del coma inducido, tuvimos que llevarle a La Paz a la Unidad de Quemados por la dichosa alergia...", narra Mario.
En La Paz se le hace un electro-encefalograma que refleja "que no había actividad, o casi: que había muy poca. Hablamos también con Villamor, y nos dijo que él no se enteró de nada, que le informaron de la parada, pero que ni idea", asegura.
"Goyo era un tío muy amigo de sus amigos, que le gustaba mucho el gimnasio, la caza y le encantaba su sobrino, mi hijo, Mario. También irse a nuestro pueblo, Corral de Almaguer a cazar perdices, conejos y liebres. Hace unos meses mi hermano existía, vivía, estaba ahí y tiene que haber un responsable y lo vamos a encontrar, porque confiamos en la Justicia", concluye.
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