La mascarilla en interiores tiene los días contados. En las últimas horas se conocían las intenciones del Gobierno de eliminarla en estos espacios a partir de la próxima semana. Se da así un nuevo paso hacia la normalidad a las puertas de la Semana Santa.
En cualquier caso, la propuesta de la Ponencia de Alertas, Planes de Preparación y Respuesta del Sistema Nacional de Salud incluye una serie de excepciones. Aconsejan la obligatoriedad de esta protección en tres situaciones concretas.
La mascarilla solo se utilizaría en medios de transportes, en trabajadores y visitantes de centros asistenciales y en los centros socio-sanitarios. Dicho documento recomienda "no utilizarla por parte de los alumnos en el ámbito escolar".
En cualquier caso, pese a suavizarse las medidas de control, también hacen un llamamiento para que se haga un uso responsable de ella. Sobre todo en población vulnerable cuando la distancia sea inferior a 1,5 metros y en profesores con factores de vulnerabilidad. También se extiende esa recomendación en las reuniones familiares y de amigos, y en el ámbito laboral cuando no se respeten dichas medidas.
Aunque ya no resulte obligatoria, también sería aconsejable su uso en los espacios cerrados en los que haya mucho tránsito de personas. Es el caso de los centros comerciales, supermercados, cines, salas de conciertos, bares, restaurantes, locales de ocio nocturno o museos.
Aún se desconoce cuándo se valorará dicho documento por parte de las comunidades autónomas. Lo más probable es que se analice en el Consejo Interterritorial de Salud que tendrá lugar este miércoles 6 de abril en Toledo.
No obstante, cualquier cambio respecto al empleo de la mascarilla debería hacerse "después de la Semana Santa", sostienen los expertos. Señalan que las "modificaciones que se están implementando en la vigilancia y control de la COVID-19" deben hacerse de forma gradual.
Dicho borrador explica que el uso del cubrebocas ha proporcionado muchos beneficios durante los dos años de pandemia. Entre otras cosas, ha protegido a la población ante el virus, además de reducir la emisión de aerosoles. Sin embargo, también aprecian algunos "efectos negativos", como la disminución en la capacidad de comunicarse y de mantener una interacción con otras personas.
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Los técnicos creen que ha llegado el momento de avanzar de fase. La población ha conseguido "unos altos niveles de inmunidad durante la última ola", disminuyéndose de manera importante los casos más graves y de mortalidad.
España se encuentra en una etapa de transición, en donde habrá que convivir con el virus pero de una forma controlada. "Parece adecuado empezar a reevaluar las medidas no farmacológicas para reducir la transmisión", señala el documento recogido por El Mundo. Recuerdan la necesidad de ir "recuperando la normalidad en aquellos contextos en los que se estime que el balance riesgo beneficio pueda justificarlo".
La mascarilla en personas vulnerables
La mascarilla sigue recomendándose a las personas vulnerables. Se refieren sobre todo a los mayores de 60 años, embarazadas y con algún tipo de inmunodepresión.
En principio descartan su utilización en el domicilio. Sin embargo, sí que proponen su uso "en cualquier situación en la que se tenga contacto prolongado con personas a distancia inferior a los 1,5 metros". Otra cosa bien distinta es lo que sucede en el ámbito educativo, en donde las medidas prometen generar polémica.
Los técnicos aseguran que los beneficios de la retirada de la protección se imponen a los riesgos vinculados con el aumento de la transmisión. De ahí que recomienden a los estudiantes no utilizarla en las aulas. Sin embargo, aconsejan llevarla a los docentes "con factores de vulnerabilidad".
La mascarilla, por lo tanto, será obligatoria en el transporte público y en centros sanitarios asistenciales y centros sociosanitarios como residencias de mayores. Es preciso que se use por parte de trabajadores, pacientes y visitantes cuando estén en espacios compartidos.