Desde que llegó el primer confinamiento a España son muchas las empresas que se han visto en la obligación de reducir trabajo, prescindir de empleados, hacer ERTE's e incluso cerrar temporal, o definitivamente.
Lo cierto es que las restricciones han afectado a grandes sectores económicos como el turismo, la hostelería, el ocio, la cultura y muchos otros.
Si la gente no puede salir de casa ni desplazarse, no hay forma de que todas estas actividades permanezcan trabajando al mismo ritmo que lo hacían antes del covid. Eso sin tener en cuenta las restricciones que específicamente se les ha impuesto.
Cierre de actividades como gimnasios, discotecas, cines, bares, restaurantes, locales de ocio, etc., se han visto afectados, en general, todas aquellas actividades económicas consideradas no esenciales han tenido consecuencias, de una u otra forma por la pandemia. Incluso las esenciales habrán notado también la repercusión, aunque seguramente, en menor medida.
Y, si de algún sector se ha hablado en los últimos meses por lo que están sufriendo tanto empleados como dueños de negocios ese es la hostelería. Ha sido una de las actividades económicas que los gobiernos de las distintas comunidades más han decidido limitar quizás.
El hecho de que en un bar o restaurante puedan juntarse varias personas, en lugares cerrados y en ocasiones demasiado pequeños, ha hecho que las comunidades hayan puesto mucho la vista en ellos.
En mayor o menor medida, toda la hostelería se ha visto afectada por el covid, y es que hay que tener en cuenta que todavía se les imponen y se les han impuesto, todo tipo de restricciones. Desde límites en aforamiento y horarios hasta cierres totales de la actividad en su interior.
Así pues, no es de extrañar que muchos de los trabajadores de este sector se encuentren ahora en situaciones de lo más complicadas en cuanto a su economía. Es el caso de Kiko, un camarero que se ha visto afectado por un ERTE y trata de sobrevivir con lo que poco que le queda, teniendo una mujer inválida y una hija de tan solo añitos.
Su historia la ha contado en 'Espejo Público', el programa de las mañanas de Antena 3. Kiko es un camarero de 53 años que lleva 30 trabajando en uno de los bares que se encuentran en la famosa Plaza Mayor de Madrid, ahora se ve obligado a sobrevivir con un ERTE bastante reducido y que, además, no se le está pagando a tiempo.
Se trata de una de esas personas que se ha visto afectada desde el inicio de la pandemia. Con una mujer con un 65% de invalidez ─sin obtener ninguna ayuda por ello─ y una hija tan pequeña, la familia sobrevivía con sus 1.500 euros al mes, hasta que llegó la pandemia.
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Muchos empleados tuvieron que empezar un ERTE del que todavía no han salido, y su sueldo se redujo a un total de 790 euros al mes, un dinero que ni siquiera está cobrando cuando toca. Son los únicos ingresos que tiene la familia. De hecho, ya en 2020 tuvieron que vender su casa, el coche y alguna joya d ela familia.
Según cuenta el propio Kiko, tras eso optaron por conseguir un piso de alquiler, alquiler que les supone un total de 650 euros al mes, teniendo en cuenta que su sueldo actual es de 790, apenas le quedan unos 100 euros para el resto de gastos.
Asegura que si han salido adelante los últimos meses ha sido por la ayuda de bancos de alimentos y comedores sociales, aunque tampoco ha sido fácil, pues están desbordados. «Si estoy vivo es por mi hija, me han entrado ganas de pegarme un tiro», ha llegado a asegurar al programa.
Ahora Kiko afirma que ve algo de esperanza, después de que el negocio de su jefe haya mejorado un poco y le hayan podido volver a poner a trabajar, aunque con una jornada de 4 horas y un suelo aún de unos 800 euros. Explica, sin embargo, que se trata de algo que le da más seguridad que el ERTE, puesto que los cobros van con mucho retraso.
Si alguno bueno se ha sacado de esta historia es que, gracias al teléfono público que pone 'Espejo Público' a disposición de la audiencia, hay muchas personas a las que el camarero ha emocionado que ya han podido ayudar a Kiko y su familia.
Lo malo, que, evidentemente, no se trata de la única persona que pasa en España por una situación parecida, e incluso peor. Es la realidad que ha dejado el coronavirus y, por consecuencia, los ERTE y cierres de empresas en todo el país.