El caso del asesinato de Laia, la niña de 13 años de Vilanova i la Geltrú, ha dejado conmocionada a la sociedad española. La pequeña fue abordada en el descansillo de su casa por Juan Francisco Ortiz, posteriormente agredida sexualmente y que acabó muriendo asfixiada.
Un juez ha condenado a prisión permanente revisable a Juan Francisco López Ortiz por asesinar a la pequeña Laia en junio de 2018. Una sentencia que ha hecho justicia al horror que sufrió la pequeña el día que acabaron con su vida.
Además, el magistrado le impone otros siete años de cárcel por agredir sexualmente a la niña, que por aquella época tenía 13 años. El condenado tendrá que pagar a la familia de la pequeña 445.000 euros y no podrá comunicarse ni acercarse a ellos.
La versión del asesino de que la pequeña confundió al hombre con un ladrón no se la ha creído nadie. La fiscal del caso fue muy tajante y calificó el crimen Laia, de «asesinato absolutamente truculento». Este fue cometido por una «práctica de perversión sexual» para el que «no cabe excusa ni relato».
Las causas de la muerte de Laia, la niña asesinada en Vilanova i la Geltrú
La pequeña presentaba lesiones provocadas con un cuchillo y perdió la vida por asfixia. «Se descarta cualquier posibilidad de que la muerte fuera causada por alguna forma de imprudencia o negligencia».
Por tanto, el fallo fue demoledor y así lo consideró el jurado popular del caso. «En el presente caso, de los múltiples indicios, se infiere sin dificultad que el acusado fue el autor de los hechos. Y fue objeto de enjuiciamiento agredió sexualmente a la menor y le causó la muerte por asfixia».
«La menor murió por asfixia, pero también presentaba múltiples lesiones producidas por un arma blanca. Tenía colocada una correa de perro al cuello, de lo que el jurado dedujo que el agresor actuó con crueldad. Así, le ocasionó a la menor contusiones, erosiones y heridas».
El cuerpo de Laia fue encontrado con una correa de perro en el cuello. Además, estaba dentro de una maleta debajo de un colchón y con numerosos cortes por el cuerpo. La niña se encontraba totalmente indefensa, no pudiendo prever lo que iba a suceder poco después.
La de la joven fue una muerte «lenta y agónica», ya que la niña «era consciente del ataque». Y no acabó de manera «instantánea». Para ello, la asfixió usando las manos y la correa de perro, «signo de sumisión absoluta en una práctica de perversión sexual».
El sobrecogedor caso del asesinato de la pequeña Laia
Ortiz cogió a Laia cuando la niña bajaba por la escalera «para agredirla sexualmente. Sus preferencias sexuales son amplias, pero incluyen a las niñas». Además, la víctima sufría una significativa lesión en la ingle, compatible con una violación.
«El acusado agredió sexualmente a Laia, después la mató y trató de deshacerse del cadáver, si bien le faltó tiempo. La maldad existe, igual que la bondad, en mayor o menor medida y este es un caso así».
«Son unos hechos atroces, horribles», ha asegurado. «El único error en la vida de Laia fue que en su camino se cruzara el acusado», un hombre que sabe de sobra «distinguir entre el bien y el mal».
La condena a Juan Francisco refleja cómo el hombre fue consciente en todo momento de lo que hacía y cómo hizo sufrir a la pequeña. Sin duda, se ensañó con la joven de 13 años, a la que acabó asfixiando de una manera terrible. Un caso que, sin duda, ha dejado sin palabras a la sociedad española desde que salió a la luz.