Juan Enrique Garrido Figueroa perdía la vida en el preciso momento en que entraba a su lugar de trabajo. El trágico final del hombre de 59 años tuvo lugar el pasado martes 19 de octubre, mientras acudía al colegio San Estanislao, en Málaga.
Ocurrió delante de la comunidad educativa del centro que nada pudieron hacer por salvarle la vida. Todos sus compañeros están profundamente consternados por lo ocurrido y lamentan la pérdida con enorme pesar.
Nada hacía pensar que Juan Enrique pudiera terminar su casi 60 años de vida de una manera tan triste justo cuando se incorporaba a trabajar. Sus seres queridos le recuerdan como alguien "muy querido por todos" y muestran su apoyo incondicional a la familia del fallecido.
Juan Enrique fallece en el colegio donde iba a trabajar
Era un martes como otro cualquiera en la vida de Juan Enrique. Puntual como siempre, acudió al colegio San Estanislao de Kostka para afrontar un día más de trabajo. Sin embargo, el destino le tenía preparado otro plan que nadie se esperaba.
A los ocho en punto, el hombre entraba en las dependencias del centro donde trabajaba en el área de administración. Subiendo las escaleras que llevan al centro, Juan Enrique se desvaneció de repente cayendo al suelo.
Perdió el conocimiento ante la mirada del resto de sus compañeros que, rápidamente acudieron en su auxilio. Mientras llamaron al 061 y esperaban la llegada de los sanitarios, intentaron reanimarle sin éxito.
Tampoco los servicios de emergencia lograron hacer nada por él tras practicarle durante más de una hora las maniobras de resucitación. Juan Enrique yacía muerto a las puertas del colegio al que dedicó toda su vida. Al parecer, sufrió un infarto repentino y fulminante.
Toda una vida vinculada al centro
Fueron 35 años lo que Juan Enrique llevaba trabajando en el colegio San Estanislao de Málaga. Su labor la ejercía en el área de administración, concretamente en el departamento de contabilidad.
Sus prácticamente 60 años han estado íntimamente relacionados con el centro. Su padre ya trabajaba allí cuando era pequeño y su hermana es profesora de primaria. Además, su etapa escolar también la ejerció allí y tiene varios sobrinos matriculados.
Juan Enrique deja mujer y tres hijos mayores de edad, que también estudiaron en el mismo colegio, que intentan asimilar la triste pérdida. El director del centro asegura que toda la comunidad está destrozada y lo recuerdan con mucho cariño.
"Era un compañero muy querido, estamos todos destrozados", señala Alberto Rodríguez Mora. "Ha sido un infarto fulminante", ha explicado el director. El cuerpo sin vida de Juan Enrique se quedó en la propia capilla del centro hasta que se procedió a su levantamiento.