Los cuatro crímenes de mujeres estranguladas está desatando el pánico en la Comunidad Valenciana. Hasta ahora no había trascendido nada del último caso, el de Johana, la mujer aparecida muerta cerca de Burriana (Castellón) el jueves de la semana pasada. La policía se centra en el entorno de la mujer: su pareja sentimental y su hija declararon ayer en dependencias de la Guardia Civil.
Johana Andrea A.G. era una mujer colombiana de 41 años, vecina de Burriana, que apareció muerta en el paraje natural del Clot de Burriana. Como sucedió en el caso de las otras tres mujeres estranguladas, en el caso de Johana todas las hipótesis están abiertas y, de momento, se desconoce el móvil del homicidio y quién pudo hacerlo. La investigación sigue abierta.
El grupo de Delitos contra las Personas de la Comandancia de Castellón interrogan estos días a las personas de su entorno para conocer algún detalle que les permita centrar la investigación. La prioridad ahora es reconstruir los últimos momentos de su vida.
Johana Andrea tenía una relación estable con un hombre con quien compartía su vida desde hacía cerca de diez años. También convivía con una hija de su relación anterior. Según cuentan fuentes del entorno de la víctima al periódico Levante, llevaba 20 años en España y en el país reside también una hermana suya. Primero vivió en Las Alquerías del Niño Perdido, una pequeña localidad castellonense próxima a Burriana, donde se había trasladado hacía poco.
Según el diario Levante, la Policía Local de Las Alquerías había recibido algunos avisos por supuestos intentos de suicidio, una información más que la Guardia Civil guarda para la investigación. La policía es consciente de las similitudes que guarda el caso de Johana con el de Alicia Valera, Florina Gogos y Olga Pardo, pero por el momento insiste en que se trata de casos diferentes y rechaza hablar de un asesino en serie.
Las similitudes de los casos
Entre el primer asesinato, el de Alicia Valera, y el último, el de Johana, han pasado seis meses. La primera víctima murió en Elche, la segunda y la tercera en Valencia, y la cuarta en Castellón. Las cuatro murieron de la misma forma, estranguladas, y fueron arrojadas a una acequia. En ninguno de los casos hay signos de violencia sexual, y se desconoce el móvil y la autoría de los crímenes.
Una hipótesis sería que hubiera un asesino en serie en la Comunidad Valenciana que escoge a sus víctimas al azar, en lugares apartados, y arroja los cuerpos a una acequia para destruir pruebas. Pero la policía no ha encontrado indicios suficientes para hablar de una asesino en serie, y de momento estudia los cuatro casos por separado. Otra hipótesis podría ser que hubiera varios asesinos que imitaran el mismo modus operandi, para despistar a la policía.
Además, los criminólogos advierten que la aparición de este tipo de noticias en la prensa pueden generar un efecto llamada en personas con tendencias homicidas. No se descarta que personas que hayan leído las noticias en la prensa hayan querido imitar a un supuesto asesino en serie. Todas las hipótesis están abiertas, pero la policía pide no desatar la alarma entre los vecinos.
Crece el temor entre los vecinos
Alicía Valera apareció muerte el 6 de noviembre de 2020. Fue sorprendida por la espalda, asfixiada hasta la muerte y arrojada a un canal en una pedanía de Elche, a pocos metros de donde vivía. Era funcionaria, tenía 45 años, y sigue sin haber pistas fiables de lo que pudo haber ocurrido. Dos meses después desapareció Florina Gogos, una joven rumana de 19 años que ejercía la prostitución en La Silla (Valencia). Apareció muerta el 30 de enero en una acequia. Había sido estrangulada, y la única pista eran las imágenes del último coche al que había subido y que no se ha podido identificar.
A principios de abril desapareció otra mujer, Olga Pardo, de 43 años. Su cadáver apareció tres días después en una acequia en Massarrojos, con signos de estrangulamiento. Inicialmente se investigó unas supuestas amenazas que había recibido de unas mujeres del pueblo, pero esa hipótesis se descartó, y la policía se centra en los últimos mensajes desde su móvil. La investigación sigue abierta. Pocos días después, apareció muerta Joahana.
La intranquilidad crece por momentos en la Comunidad Valenciana, y en especial en los lugares donde han sucedido los crímenes. En el caso de Burriana, donde mataron a Johana, los vecinos han dejado de ir solos a pasear o hacer deporte en el lugar donde apareció el cadáver, una zona apartada rodeada por naranjos. Hay quien sigue confiando en el trabajo de la policía y piden no desatar la alarma de forma innecesaria, pero muchos ven en los casos demasiadas coincidencias y viven la situación con miedo.