La crisis de la Covid-19 lo ha revuelto todo. Ya nada es seguro. Día tras día, cientos de empresas españolas se ven forzadas a tomar drásticas medidas económicas y palabras como ERTE o ERE se han instalado definitivamente en nuestro vocabulario. Y así, con un futuro de lo más incierto, el Gobierno sabe que no se puede exceder. Por eso mismo, en Moncloa ya saben cómo compensaran a los pensionistas por el incremento de precios de este año. Con el IPC superando las previsiones iniciales —las nóminas de los pensionistas se revalorizaron un 0,9%—, el Gobierno decidió abonar una «paga compensatoria» por la inflación vivida.
Eso sí, parece ser que no se repetirá. La conocida popularmente como «paguilla» será la última que reciban los más de nueve millones de pensionistas que residen en España. Pues los expertos predicen que la inflación (en INE sitúa el IPC en 2,2% con respecto al mismo mes de abril) se mantendrá sólo hasta final de año, por lo que la de 2022 será según predicen la última «paguilla».
Los funcionarios, también pendientes
El Plan de Estabilidad del Gobierno, asimismo, asegura que a partir de 2022 el incremento de los sueldos de empleados públicos irá ligado con la evolución de los precios. O lo que es lo mismo, en Moncloa sólo subirán el salario a los funcionarios si sube el IPC.
De producirse, los expertos vaticinan que lo haría hasta 2024, pero todavía no hay ninguna certeza sobre dicha subida; pues los sueldos sólo subirían en el caso de que los precios del día a día también lo hicieran.
El ‘run run’ que lo marca todo
Lo podemos decir alto y claro: la Covid-19 se ha colado en nuestras vidas para agravar nuestros problemas. Grandes empresas, de las más sólidas del país como CaixaBank y el BBVA, han informado durante el último mes de abril de severas y durísimas restricciones entre su plantilla. De hecho, el ERE de ‘La Caixa’ es histórico. La entidad planea el mayor ERE de la historia de la banca y contempla la baja de 8.291 empleados; o lo que es lo mismo, el 19% de su plantilla.
El BBVA, por su parte, rebajó su cifra de despidos tras una larga negociación con los sindicatos pero el número de afectados también es de los que asusta: 3.450 empleados. Peses a ello, lograron que se reconsideraran 350 despidos. Dichas empresas, por más inri, se justifican agarrándose a la crisis propiciada por la llegada de la Covid-19 a España y, en el caso del BBVA, aseguran: «No tenemos más remedio que hacerlo. La restructuración de costes es inevitable para nosotros. Tenemos que hacerlo para garantizar la viabilidad a futuro de la entidad».
Ahora pues, sólo cabe esperar qué pasará con las pensiones y con la «paguilla». Lo cierto es que el futuro es muy incierto y que costará que la economía española recupere su pulso normal. Se lo habrán dicho millones de veces pero sí, es hora de (volver) a abrocharse los cinturones.